Unidos por el mar
y exhaustos por el último poste
INSTRUCTIVO 
Nº 12+ 1
Junio de 2003
Instructivo virtual para fortalecer la cultura naval  

MARINA DE GUERRA DE LOS BORBONES SIGLO XVIII 

Nota: Trabajo de investigación histórica y  producción de los Instructivos Navales de Jorge Serpa Erazo  
El siglo XVIII ha sido, sin duda, el más brillante para la Real Armada española. Frente a la opinión común de que el ocaso de España como potencia naval tuvo lugar tras la "Armada Invencible", lo cierto es que la presencia española, como gran potencia naval, se mantuvo en los siglos XVII y, especialmente, el XVIII.

Para darnos una idea del poder naval español entre 1700 y 1800, baste señalar que en ese periodo la Real Armada tuvo en sus listas 229 navíos de línea entre comprados, capturados o construidos en los arsenales de la Armada de España y América. A ello hay que añadir 369 navíos auxiliares, entre fragatas, corbetas y otros navíos menores. Es decir, que durante un siglo sirvieron en la marina española 600 buques de guerra, lo que da idea del enorme esfuerzo realizado por España para mantener su condición de gran potencia mundial y asegurar el comercio con sus colonias.

La llegada al Trono de la Dinastía de los Borbones, en 1700, significó una revitalización de la desorganizada Armada Real. Felipe V comprendió que la clave de la renovación nacional era la potenciación de las flotas mercantes y militares ya que de ellas dependía el comercio con América y las Islas del Pacífico.

A partir de 1714, comienza la profunda reorganización de la Armada Real de la mano de Tinajero, el primer ministro de marina que tuvo España, y el almirante Gaztañeta, brillante ingeniero naval. Los modelos diseñados por éste eran sólidos y marineros y estaban destinados a la protección de las rutas comerciales con América que era el primer objetivo de la reorganizada marina de guerra, antes de pasar al segundo objetivo que era la adquisición del dominio del mar. Si bien sirvieron para mantener el tráfico mercante, no eran aptos para el combate con navíos de otras potencias dado su escaso armamento, 50 a 64 cañones, frente a los 80 ó 100 de los navíos ingleses, franceses u Holandeses. Ejemplo de esto, fue el combate de cabo Pessaro (1718) donde la flota inglesa derrotó a la española que protegía el desembarco en Sicilia de las tropas españolas del Marqués de Lade. A pesar de la victoria, los ingleses no pudieron impedir el desembarco y la ocupación de Sicilia.

En 1720 fue nombrado Intendente General de Marina D. José Patiño que dio un mayor impulso a la Armada creando los Arsenales de Ferrol, Cartagena, Guarnizo (Santander), La Carraca (Cádiz) y La Habana. Aunque hasta 1734 continuaron construyéndose navíos de línea de 50 a 66 cañones, en número de 35, en este periodo comienza la construcción de 11 navíos de más porte y armamento, 9 de 74 cañones, 1 de 80 y 1 de 114, diseños de Autrán, basados en los modelos de Gaztañeta.

Entre 1736, año de la muerte de Patiño, y 1743, en que se hizo cargo de la Armada el Marqués de la Ensenada, sólo entraron en servicio 14 navíos de entre 50 y 70 cañones. El Marqués de la Ensenada y el ingeniero, marino y científico Jorge Juan y Ulloa diseñaron un plan naval que permitiría la construcción de 70 navíos y 24 fragatas. A tal fin, mientras se acopiaba el material para ello y se repoblaban los bosques con millones de robles y otras especies para sustituir los talados, Jorge Juan se desplazó a Inglaterra para estudiar las técnicas navales inglesas. A la muerte de Felipe V, en 1746, el Marqués de la Ensenada dirigió un memorando al nuevo Rey, Fernando VI, en el que le recomendaba continuar el desarrollo de la Armada. Con el visto bueno del Rey, Jorge Juan, auxiliado por técnicos ingleses, comenzó a construir nuevos navíos y así, entre 1749 y 1754, entraron en servicio 2 de 64 cañones, 5 de 68 cañones, 1 de 70, 15 de 74 cañones y 2 de 80 cañones. La destitución del Marqués de la Ensenada, en 1754, debido a intrigas del embajador inglés, supuso la ralentización de las construcciones aunque, entre 1754 y 1759, en que murió Fernando VI, aún se construyeron 2 navíos de 60 cañones, 4 de 68 y 12 de 74 cañones.

La llegada al Trono de Carlos III, significó el apogeo de la Real Armada. A su llegada la Armada se componía de 48 navíos de línea y 28 fragatas. En 1761 España entre en guerra, al lado de Francia, contra Inglaterra. En esta guerra que finalizó en 1764, se sucedieron las victorias y las derrotas en el mar y al final la real Armada se componía de 37 navíos y 18 fragatas. Esta guerra fue el acicate para reanudar las construcciones navales de forma que, en 1774, la flota se componía de 58 navíos, la mayoría de 74 cañones y bastantes de 80 ó más cañones, y 25 fragatas. En este periodo se construyó el Santísima Trinidad, de 120 cañones que, sucesivamente reformado, luchó en Trafalgar con 140 cañones siendo el navío de línea más grande de los construidos y el único en el mundo de cuatro baterías.

A finales del reinado de Carlos III, en 1788, la Real Armada se componía de 78 navíos y 51 fragatas, además de innumerables buques menores, diseñados por Jorge Juan, Gautier y Romero Landa

La muerte de Carlos III, en 1788, y la subida al Trono de su hijo, Carlos IV, no significó un declive de las construcciones navales ya que hasta 1796 entraron en servicio 8 navíos, cuatro de ellos de tres puentes y 112 cañones, y 21 fragatas. Sin embargo, la llegada al poder de Godoy, como primer ministro, significó la desorganización y disminución de la Armada que sufrió graves pérdidas entre 1791 y 1804, a lo que se unió la poca conservación de los buques y la disminución en el entrenamiento de las dotaciones por la desidia de los gobernantes. En este periodo (1796 a 1804) sólo se construyeron 2 navíos y 9 fragatas. Pero a pesar de todo, la tarea realizada en los reinados de Fernando VI y Carlos III permitieron que, en 1805, año del desastre de Trafalgar, aún hubiera en servicio 51 navíos y 23 fragatas, de los que, a duras penas, únicamente pudieron aprestarse 33.

El siglo XVIII fue, sin duda, el más brillante de la Real Armada, en la que se creó el Cuerpo de Oficiales, la Escuela de Guardias marinas y el cuerpo de Ingenieros Navales.

En el lado oscuro había que señalar el problema de la falta de dotaciones. España era, en el siglo XVIII, un país escasamente poblado, de apenas diez millones de habitantes. Ya en 1746 el Marqués de la Ensenada informaba a Fernando VI que, aún cuando hubiera caudales para hacer una flota equiparable a la inglesa "no hay gente para tripularla ". En 1796 el Almirante Mazarredo informaba a Godoy de que la flota necesitaba 90.000 marinos pero sólo había 53.000. Curiosamente este informe supuso la destitución y destierro de Mazarredo, uno de los pocos almirantes competentes que aún había y es que Godoy tenía la extraña habilidad de destituir a los capaces y rodearse de incompetentes. Desde entonces y hasta finales del siglo XX, salvo algún honroso paréntesis en época de Isabel II, España ha dado la espalda a su marina.
 

REAL FELIPE, Primero de este nombre (1732-1750)

Construcción: 1732, en los astilleros de Guarnizo (Santander) 

Desplazamiento:  1.900 toneladas de arqueo y 3.700 de desplazamiento

Eslora:  54 metros

Manga: 16 metros

Armamento:  114 cañones en tres puentes.  1ª Batería: 30 de 36 libras, 2ª Batería: 32 de 24 libras, 3ª Batería: 30 de 12 libras, Castillo y Alcázar: 22 de 8 libras

Construido según los modelos de Gaztañeta, sus planos fueron desarrollados por Autrán. La nota más característica era su robustez y potencia de fuego. El Real Felipe fue el primer intento de construir un navío de tres puentes y más de 100 cañones, aplicando los avances técnicos del siglo XVIII a las construcciones navales españolas. Una de las características era su popa redondeada que lo alejaba de las popas cuadradas de los galeones precedentes. Su ornamentación, como sería común en los buques de la Real Armada, era mucho más sobria que la de los galeones.

La potencia de fuego y la robustez de la construcción se demostraron durante el Combate de Cabo Sicié, en el que resistió los ataques de cuatro buques ingleses, por dos veces, haciéndoles retirarse con graves averías. El Real Felipe, desarbolado, fue remolcado a Cartagena (España) por una fragata.
 

REAL FÉNIX, (Conocido también como San Alejandro, 1749-1780)

Gemelo: Rayo

Construcción: 1749, en los astilleros de La Habana 

Desplazamiento:   1.750 toneladas de arqueo y 3.000 de desplazamiento

Eslora:  53 metros

Manga: 14,5 metros

Armamento:  80 cañones. 1ª Batería: 32 de 24 libras, 2ª Batería: 30 de 18 libras, Castillo y Alcázar: 18 de 8 libras
 
Construido según los diseños de Jorge Juan, fue botado en los astilleros de La Habana en 1749 junto a su gemelo el Rayo. Construidos con excelentes maderas tropicales su casco era robusto, lo que explica la longevidad de algunos de estos buques. Sus condiciones marineras eran extraordinarias, razón por la que, a finales del XVIII, el Rayo fue convertido en navío de tres puentes de 100 cañones. El Rayo se batió con éxito en Trafalgar, salvándose de la destrucción, pero naufragó cerca del Coto de Doñana en la tormenta que siguió a la batalla.

 

SAN GENARO (2º de su nombre, 1766-1801)

Gemelos: San Pedro Apóstol, Guerrero, Atlante, Serio y Septentrión

Construcción: 1765, en los astilleros de Cartagena (España)

Desplazamiento: 1.658 toneladas de arqueo y 2.900 de desplazamiento

Eslora:  50,5 metros

Manga: 14,5 metros

Armamento:  74 cañones. 1ª Batería: 28 de 24 libras, 2ª Batería: 30 de 18 libras, Castillo y Alcázar: 16 de 8 libras
 
Fue uno de los primeros navíos de 74 cañones construidos por el sistema de Jorge Juan, denominado  también como inglés. Esta serie se componía de los navíos San Genaro, San Pedro Apóstol, Guerrero, Atlante, Serio y Septentrión y alguno de ellos, como el Guerrero, estuvo en servicio hasta 1850. En algunas relaciones, esta serie aparece  con un armamento de 68 cañones; ello es debido a que no se incluían en el armamento los dos cañones guardatimones, situados a popa, y los pequeños cañones aprestados en la cámara del comandante. Su puesta en quilla supuso el abandono de la construcción de navíos más pequeños (entre 50 y 66 cañones) para establecer, en la Real Armada, el navío de 74 cañones como estándar. Estos modelos fueron superiores a los construidos posteriormente, bajo los diseños de Gautier.

 

SANTÍSIMA TRINIDAD (Denominada La Real, 1769-1805)

Construcción: 1769, en los astilleros de La Habana

Desplazamiento: 2.200 toneladas de arqueo y 4.950 de desplazamiento

Eslora: 60 metros

Manga: 16 metros

Armamento en 1769: 120 cañones. 1ª Batería: 30 de 36 libras, 2ª Batería: 32 de 24 libras, 3ª Batería: 32 de 18 libras, Castillo y Alcázar: 26 de 8 libras

 Armamento en 1805: 140 cañones. 1ª Batería: 32 de 36 libras, 2ª Batería: 34 de 24 libras, 3ª Batería: 36 de 12 libras, 4ª Batería: 18 de 6 libras, 14 obuses de 24 y 6 esmeriles
 
Inicialmente diseñado como un navío de 118 cañones para construirse según el sistema de Jorge Juan, su proyecto fue modificado en La Habana por Mateo Mullan.

La modificación del proyecto provocó varias deficiencias en la construcción que hubieron de ser subsanadas en El Ferrol en 1770, a donde acudió para instalar el armamento. Las reformas no aliviaron los problemas, pues el buque siguió con tendencia a cabecear en exceso y a inclinarse mucho durante las viradas. En 1772 se incorpora a la Escuadra del Mediterráneo participando en el segundo sitio de Gibraltar. Interviene en los combates de Espartel y San Vicente donde está a punto de ser capturado. Dado que era el mayor navío de la época, el esfuerzo inglés se dirigió a su captura, lo que fue impedido por el fuego del propio navío y el auxilio del Pelayo.

Quedó tan mal parado en este combate que se decidió su baja. Sin embargo, el prestigio de su nombre y el temor que suscitaba en la marina inglesa obligó a su reforma, convirtiéndose así, en el mayor navío de línea jamás construido y en el único de cuatro puentes o baterías. La reforma se hizo en contra de los criterios del Almirante Mazarredo que quería convertirlo en un buque de 90 cañones para mejorar su maniobrabilidad por la reducción de pesos.

En Trafalgar fue confundido con el buque insignia franco-español por lo que fue atacado por cuatro navíos ingleses, en su mayoría de más de 100 cañones. Tras varias horas de combate, y con 312 muertos y 338 heridos, se rindió. Cuando era remolcado hacia Gibraltar, zozobró cerca de la Punta de Caraminal.

 
 

SAN JOSÉ (2º de su nombre, 1783-1797)

Construcción: 1783, en los astilleros de El Ferrol

Desplazamiento: 2.160 toneladas de arqueo y 4.700 de desplazamiento

Eslora: 59 metros

Manga: 16 metros

Armamento:  112 cañones. 1ª Batería: 30 de 36 libras, 2ª Batería: 32 de 24 libras, 3ª Batería: 32 de 12 libras, Castillo y Alcázar: 18 de 8 libras
 
Abandonando el criterio de la construcción de navíos más pequeños, España aborda, en las postrimerías del reinado de Carlos III, la construcción de varios navíos de gran porte y más de 100 cañones para permitir disputar a Inglaterra el dominio del mar. Los "Meregildos" fueron diseñados por Romero Landa, sustituto de Gautier al frente de las construcciones navales. Los diseños de Romero Landa eran, sin duda, los mejores realizados en España y, probablemente, en Europa. Se trataba de barcos muy marineros, muy maniobreros, resistentes y con gran potencia de fuego. A partir del San José los navíos de 112 cañones se fabricaron por los gálibos de este buque.

 
 

BAHAMA (Conocido también por San Cristóbal, 1784-1805 )

Construcción: 1784, en los astilleros de La Habana

Desplazamiento: 1.676 toneladas de arqueo y 2.800 de desplazamiento

Eslora: 53,5 metros

Manga: 14 metros

Armamento:  74 cañones. 1ª Batería: 28 de 24 libras, 2ª Batería: 30 de 18 libras, Castillo y Toldilla: 16 de 8 libras
 
El Bahama fue uno de los navíos construidos por el sistema Gautier. Éste era un ingeniero francés que sustituyó a Jorge Juan en la construcción de buques para la Real Armada. Gautier introdujo una nueva proporción entre la eslora y la manga, haciendo buques más largos y menos anchos con la finalidad teórica de que alcanzaran mayor velocidad. Sin embargo, este sistema adolecía de graves defectos ya que los buques, además de no ganar más velocidad, escoraban con facilidad, lo que aumentaba el peligro de que la batería baja se inundase durante el combate al virar. Estos buques fueron sometidos a pruebas comparativas con los construidos bajo el sistema de Jorge Juan y el posterior de Romero Landa, demostrándose que los de diseño español eran más estables y seguros, alcanzando además más velocidad que los construidos por el sistema francés. El Bahama participó en la Batalla de Trafalgar.

 
 

SANTA ANA (2º de su nombre, 1784-1816 )

Gemelos: San Hermenegildo, Mejicano, Salvador, Real Carlos, Reina Luisa y Principe de Asturias

Construcción: 1784, en los astilleros de El Ferrol

Desplazamiento: 2.112 toneladas de arqueo y 4800 de desplazamiento

Eslora: 60 metros

Manga: 16 metros

Armamento:  112 cañones. 1ª Batería: 30 de 36 libras, 2ª Batería: 32 de 24 libras, 3ª Batería: 32 de 12 libras, Castillo y Alcázar: 18 de 8 libras
 
El Santa Ana fue uno de los navíos de 112 cañones construidos por España a finales del siglo XVIII e integrante de la denominada serie de los "Meregildos", llamada así por el "San Hermenegildo ". El Santa Ana se botó el 28 de septiembre de 1784. Salió de pruebas a la mar el 28 de febrero de 1785 al mando del Brigadier Félix de Tejada, resultando que navegaba bien de bolina y viraba por redondo y por avante con el sólo uso del timón, sin necesidad de maniobras con las velas. El Santa Ana participó en la Batalla de Trafalgar, izando la insignia del Duque de Gravina. Después de un duro combate logró llegar a Cádiz, sirviendo hasta 1816.

 
 

REAL CARLOS (denominado también Santiago, 1787-1801)

Construcción: 1787, en los astilleros de La Habana

Desplazamiento: 2.108 toneladas de arqueo y 4770 de desplazamiento

Eslora: 58,5 metros

Manga: 16 metros

Armamento:  112 cañones. 1ª Batería: 30 de 36 libras, 2ª Batería: 32 de 24 libras, 3ª Batería: 32 de 12 libras, Castillo y Alcázar: 18 de 8 libras
 
Al igual que el Santa Ana, el Real Carlos pertenece a la serie de los "Meregildos ". Sin embargo, los construidos en La Habana resultaron con algunas deficiencias de estructura que fueron corregidas al llegar a España. La causa pudiera ser el empleo de maderas tropicales en su construcción, lo que no impidió que se tratara de buques muy aptos para el combate. El San Carlos, lo mismo que el San Hermenegildo, se perdieron en 1801 combatiendo entre ellos. Efectivamente, mientras navegaban de noche en formación  y sin luces con otros navíos españoles, en dos líneas paralelas, una fragata inglesa se introdujo entre las dos líneas y disparó sus andanadas, dándose a la fuga. A oscuras, los dos navíos estuvieron cañoneándose durante la noche creyendo que eran atacados por buques ingleses. Al amanecer descubrieron su error, pero ya era tarde, y ambos buques se hundieron.

 

SAN HERMENEGILDO

Gemelos: Santa Ana, Mejicano, Salvador, Real Carlos, Reina Luisa y Principe de Asturias

Construcción: 1789 en los astilleros de La Habana

Desplazamiento: 2.112 toneladas de arqueo y 4800 de desplazamiento

Eslora: 60 metros

Manga: 16 metros

Armamento:  112 cañones. 1ª Batería: 30 de 36 libras, 2ª Batería: 32 de 24 libras, 3ª Batería: 32 de 12 libras, Castillo y Alcázar: 18 de 8 libras

Tripulación: 736 hombres

 
El bajel de tres puentes de primera clase San Hermenegildo, no fue un buque afortunado. Construido según los cánones de la época, era uno de los navíos más poderosos de la Real Armada. La madera empleada en su construcción era el roble que secado varios años se endurecía al fuego. Las cuadernas se construyeron aprovechando la curvatura natural de algunos árboles que se adaptaban perfectamente a las necesidades de construcción. Su aparejo era el clásico de la época, con tres mástiles con velas cuadradas y cangreja en el trinquete, además de cebadera y contracebadera en el bauprés. El 12 de julio 1801 navegaba con otros buques españoles en dos líneas paralelas cuando, de noche, una fragata inglesa que navegaba sin luces, se introdujo entre las líneas españolas y abrió fuego por ambos costados, dándose a la fuga. Uno de los atacados era el San Hermenegildo que, sin haber visto al inglés, creyó que estaba siendo atacado, al igual que el barco de la otra línea, el Real Carlos. Ambos barcos se estuvieron cañoneando toda la noche, creyéndose enemigos, hasta que, al amanecer y ya gravemente averiados, se dieron cuenta del error; ambos navíos se perdieron.

 
 

SAN TELMO 1788-1819

Gemelos: San Ildefonso, Intrépido, Pelayo, Conquistador, Paula, Europa y Monarca

Construcción: 1788, en los astilleros de El Ferrol

Desplazamiento: 1.640 toneladas de arqueo y 2850 de desplazamiento

Eslora:  52,8 metros

Manga: 14,5 metros

Armamento: 74 cañones. 1ª Batería: 28 de 24 libras, 2ª Batería: 30 de 18 libras, Castillo y Toldilla: 16 de 8 libras
 
El San Telmo formaba parte de la denominada serie de los "Idelfonsinos  ", así llamada por el ser el San ldefonso" el primero de esta serie de 6 navíos, de 74 cañones. Construidos con los diseños de Romero Landa, fueron, posiblemente los mejores buques construidos en los astilleros españoles por su velocidad, maniobrabilidad y estabilidad. Fueron sometidos a varias pruebas comparativas con los procedentes navíos de 74 cañones construidos por el sistema Gautier, resultando siempre mucho mejores en todos los aspectos. El San Telmo se hundió en 1819 durante una tormenta violentísima en el Cabo de Hornos, mientras intervenía en la Guerra de Independencia de los países iberoamericanos.
 

Resumen tomado de la Enciclopedia Buques de Guerra 1999- José Díaz y Díaz y Luis G. Muñoz León.