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LA MOTIVACIÓN DE SER
MARINO
A finales de 1.945 estando en el Liceo de la Salle, tuve varias conversaciones en casa de unas amigas mutuas con el Capitán Oscar Herrera Rebolledo, en las cuales, me convenció, que mi futuro, como el de muchos jóvenes colombianos, estaba en la Armada Nacional; luego de haber superado exámenes de toda índole, viajé río Magdalena abajo, en el vapor “Presidente Mosquera” con otro grupo de aspirantes a oficiales de la Armada Nacional.
El Comandante de la Escuela Naval, al llegar, era el Capitán Jorge Pardo Montero de gratísima recordación y entre los oficiales que recuerdo estaban el “caballo” Vásquez, el “papayo” Sánchez, el Tte. Carlos Prieto, el Capitán Ricardo Azuero que enseñaba Construcción Naval y muchos otros que en el momento se me escapan.
LA ESCUELA DE ENTONCES
La Armada Nacional de ese entonces y, a pesar, de tener varios años de existir, era pequeña; los cursos al empezar, eran relativamente grandes, pero a la hora de la graduación no pasaban de nueve o doce graduandos. A más de las razones convincentes del Capitán Herrera y de la normal sed de aventura que alimenta cualquier joven a esa edad, mis motivaciones fueron el deseo de conocer los buques de guerra; de formar parte de su tripulación y de llegar a ser algún día su comandante, además me entusiasmaba la idea de navegar, de gozar del mar y la de tener una vida interesante y “libre” recorriendo el mundo.
El edificio de la Escuela en Bocagrande era pequeño, construido en forma de letra “L”, con tres pisos. En la “pata” grande de la “L” estaban los dormitorios y algunas aulas, pero más tarde hicieron allí el comedor. En ese mismo lugar estaba la Cámara de Oficiales y, algún tiempo después, hicieron el edificio de aulas.
LA RUTINA DE LA ESCUELA
Los primeros días nos asombrábamos de todo y con todo, de la disciplina, del corre… corre, pero lo más importante eran las nuevas amistades que día a día se iban haciendo. La rutina diaria comenzaba con la levantada a las 05.30 horas para seguidamente formar para trotar, hacer gimnasia, baño –a la carrera- y arreglar las camas, bajar al desayuno (de 6:30 a 7:00 horas), el cual tenía como vianda principal el famoso peto, acompañado de pan y queso. A las ocho empezaban las clases. Después la “relación”, los castigos, el orden del día, etc. Y… alistarse para el almuerzo, que era precedido por un descanso en la Cámara de Cadetes donde se podía escuchar música y tomar una gaseosa con mogolla. La vianda más apetecida era el “pudín con helado”. Este relax duraba hasta las dos de la tarde.
En la tarde, según el día, se cumplían las actividades físicas, tales como trotar, navegar a vela, orden cerrado, remos o hacer aseo de armamento. Siempre había tres guardias, una para el aseo, otra lista para reemplazarla, y la otra descansaba. A las cinco se terminaba el servicio con un merecido y refrescante baño, un corto descanso y luego una hora de estudio en las aulas. Para iniciar cada actividad diferente había formación.
Los
domingos había misa en el patio de armas, la cual era muy apetecida y
concurrida por la cantidad de niñas bonitas cartageneras que acudían a ella, a
rezar y echar alguna miradita de reojo a los apuestos cadetes quienes se
mantenían como estatuas en la formación; recuerdo “las Guitarras”, las
Gómez González, las Chamié. Durante
la misa la banda, dirigida por un alemán, tocaba muy buena música. Pero hablando
de buena música: durante la hora del almuerzo se escuchaba muy buena
música, que era escogida y seleccionada por la "FOC" (trío integrado por los
cadetes Fonseca-Ospina-Calderón). Un trío inseparable, no
solo para esta labor, sino para el resto de la vida,
que peleaba por sintonizar una emisora donde tocaran música
clásica, mientras los demás preferían la bailable, como los porros,
guarachas, gaitas y mambos.
BANDURRIO Y CORREDERO
Fui miembro de la Banda de Guerra de la Escuela Naval y más tarde su director. Cada año era traída a Bogotá para los desfiles del 20 de Julio y del 7 de Agosto. También colaboré con la famosa Corredera, la revista de la Escuela. Allí trabajamos en compañía de Alberto Ospina, “Lord Popa Restrepo y el “Gallo” Fernández. Los embarques para cadetes se realizaban en la Fragata Padilla y el Destroyer Caldas; los viajes más memorables fueron el crucero por el Caribe y el viaje a Sevilla, España.
LA SALADA
En cuanto a la salada recuerdo que nos metieron a los "agraciados" en un cuarto sin que supiéramos para qué. De allí nos fueron sacando uno a uno, para corretearnos por toda la Escuela, dándonos planazos con una tabla. Cuando estábamos cansados, extenuados y maltrechos, nos entregaron una “bota” vieja que contenía: aceite quemado, agua de mar, azúcar, a.c.p.m. etc. para beber su contenido. Seguidamente, nos embadurnaron con brea, nos volvieron a corretear y a dar palo. Esta infernal ceremonia terminó cuando nos llevaron al muelle y nos levantaron de los pies para meternos de cabeza en agua. Cuando estábamos medio ahogados, nos sacaban para medio respirar y luego, nos metían una y otra vez. Qué horror !!!
CANÍBALES Y ADMIRADOS
El “chancho Vargas era el “imaginario” quien velaba en la noche el sueño de los demás; el Brigadier Mayor era el “gallo” Fernández; Eduardo Martinez era muy estricto; Troncoso era un oficial realmente terrible, el “chancho” Vargas y “tobita” Téllez eran “caníbales”. Dentro de los oficiales más admirados estaban el Director de la Escuela Capitán Jorge Pardo Montero, el profesor de Construcción Naval Ricardo Azuero y el profesor de matemáticas y resistencia de materiales Ricardo Carmona.
CASTIGADO POR REBELDE
Los castigos eran muy variados, como darle la vuelta al edificio al trote; plantón con remo sin el más mínimo movimiento, lo cual era difícil con una brisa fuerte y las flexiones en el suelo. El peor castigo que sufrí fue por rebeldía, pués el brigadier Fernández me gritó por saludar a la hija de mi acudiente, Yolanda Pupo; Esto realmente me enervó y lo “acuellé”, por lo cual me mandaron al calabozo. Como esta era una situación insostenible y humillante, entonces me fugué por el mar en un pequeño bote de mi propiedad llamado “Pepe”, pero en muy poco tiempo me alcanzaron y castigaron izándome y manteniéndome, durante siete días con sus noches, en la cofa del mástil de la Escuela. A pesar de lo incómodo, esto no era tan terrible, pues desde allí veía todas las casas a su alrededor y a sus habitantes. Algunas de las niñas vecinas que me observaron, me enviaron golosinas para que no fuera tan duro el castigo.
LAS REINAS Y LAS NOVIAS
Cuando Miriam Sojo Zambrano fue Señorita Colombia fuimos a Barranquilla; las hermanas Aicardi, Elsa (más tarde de O’Byrne) y Leonor (más tarde de Mantilla) fueron princesas; cuando me gradué, la Señorita Bogotá Lucía Ospina Ordóñez, fue mi madrina de grado. En la Corredera salieron las fotos de las novias “oficiales” de algunos cadetes, pero por impedimento para asistir lo fueron en realidad las niñas del Concurso de Belleza. Durante los años de cadete no tuve novias en Cartagena pués el corazón “ya estaba comprometido” con una Bogotana, quien después se convertiría en mi esposa (matrimonio feliz que va para los cincuenta y dos años).
RESCATE DE UN COMPAÑERO
Cuando los oficiales recién graduados tenían que salir, para paseos cortos con cadetes, lo hacían en “La atrevida”, embarcación a vela usada para ese efecto. En una de esas salidas el Teniente Ospina Taborda, por un fuerte viento y sin poder evitarlo se alejó de la costa y encalló. Después de varias maniobras logró salir y fue llevado por la brisa a las Islas del Rosario donde pasó la noche; al día siguiente el Teniente Fonseca Truque fue en su auxilio y lo rescató.
LA CEREMONIA DE GRADO
La ceremonia de graduación se realizó en el muelle en noviembre del año 49. Los compañeros de curso que llegaron al grado de almirante fueron Héctor Calderón Salazar (uno de los tres de la FOC) que además llegó a Comandante de la Armada Nacional y Mario Clopatosky T.
RECUERDOS DE LA VIDA DE OFICIAL NAVAL
El
crucero más memorable de oficial, fue a América del Sur, específicamente a la
Argentina, donde Evita de Perón, con su esposo el Presidente de la
República Juan Domingo Perón, atendieron y agasajaron al Capitán Orlando
Lemaitre Torres y a los oficiales. A éstos les regaló, a cada uno, una pequeña espada o daga en
recuerdo de su visita.
Como Oficial en la Escuela Naval, de instructor me fue muy bien. El primer día de clase cuando entré, me dirigí al tablero, pinté con la tiza en la esquina superior derecha un clavo, me quité la gorra y la colgué allí, la gorra quedó ahí colgada para gran sorpresa de todos (sobra aclarar que cuando el aula estaba desocupada había entrado y clavado una pequeña puntilla en ese sitio). Se puede decir que antes de llegar mi curso a la Escuela no había biblioteca, sin embargo, los tres compañeros de la FOC, nos pusimos la tarea de buscar libros para dotarla. Tocamos varias puertas y fuimos atendidos por varias personas y entidades, mejorando enormemente su calidad y cantidad y motivando a los cadetes para que asistieran a ella.
COMANDANTE DE LA “ARC ESPARTANA”
Cuando estábamos a punto de graduarnos el profesor de construcción naval, Capitán Azuero dijo a todos, que quien sacara la mejor nota sería nombrado comandante de la ARC Espartana, un pequeño buque guardacostas, cuyos planos y construcción estuvieron a cargo de dicho Capitán. Los cadetes Ospina Taborda y Fonseca Truque se engarzaron en una contienda para lograrlo, la que fue finalmente ganada por Fonseca. La ARC Espartana fue el único buque del cual fui comandante. Aunque fue algo importante para mi, no fue muy agradable, dado que el país estaba en plena confrontación entre liberales y conservadores y el guardacostas tuvo varios desagradables encuentros con estas fuerzas encontradas.
EL GOBIERNO DEL GENERAL
ROJAS PINILLA
En la mañana del 13 de junio de 1953, estando en el patio de la Escuela con los cadetes formados, se dio la orden de jurar lealtad al Presidente en ejercicio, Dr. Roberto Urdaneta Arbeláez. Dos horas más tarde se hizo formar otra vez a la Escuela para jurar lealtad al Presidente Laureano Gómez, quien retomaba la Presidencia que había dejado por razones de salud y, cuatro horas después, se repitió de nuevo la ceremonia para acatar la presidencia del General Gustavo Rojas Pinilla. Entonces, pensando que este asunto no era serio, di un paso adelante cuando se preguntó quien no estaba de acuerdo con ello. Desafortunadamente todos los cadetes también dieron el paso al frente conmigo. Entonces, junto con los comandantes de dos buques fondeados en la bahía que habían pensado y hecho exactamente lo mismo, fuimos citados donde el Comandante de la Base, Capitán Pizarro, quien nos preguntó en forma no muy amigable si estábamos o no de acuerdo. En ese momento y ya enterados de los hechos que estaban ocurriendo en Bogotá, todos tres sin vacilación respondimos que sí lo estábamos.
Meses después, estando trasladado a Barranquilla, el General Rojas visitó la unidad de aquella ciudad y me preguntó el porqué de aquella actitud mía, el 13 de junio. El general Rojas al escuchar mis razones me felicitó y me dijo que cuando él llegara a Bogotá, ordenaría mi traslado. Una vez en la capital, formé parte de la oficina de propaganda del gobierno bajo las órdenes del Capitán Oscar Herrera Rebolledo. Allí se hizo durante varios años el famoso programa de televisión “Mares y Marinos de Colombia”, el “Noticiero Colombia al día”, que se pasaba en los teatros antes de las películas. También se hicieron varios trabajos de ese estilo que fueron muy importantes.
EN LA VIDA CIVIL
Una
vez retirado de la Armada Nacional el único contacto con cuestiones de
navegación fueron las regatas, los fines de semana,
en el
club de la laguna del Muña que la Armada tenía allí. Siguieron los programas de
Mares y Marinos de Colombia, durante un par de años, patrocinados por la Flota
Mercante Grancolombiana. Siempre
he estado muy cerca de la Armada Nacional, haciéndole monumentos
y trabajos artísticos. Después de tantos años, en realidad no se añora nada. Se
recuerda, con cariño, todo lo vivido, con entrega, satisfacción y mucho
entusiasmo. A
lo largo de la vida he tenido muchos y variados hobbies: la pintura a la
acuarela; el modelismo naval; la navegación a vela; recorrer el país acampando
y, durante un tiempo, recogiendo piedras en los diversos ríos, para luego
pulirlas; fui radioaficionado y aeromodelista durante varios años. También,
aficionado a la electrónica, anotando que, alguna vez, con mis amigos de
toda la vida José Ignacio Barrera y Federico Dever, junto con Augusto Marulanda,
hicimos un robot en los tiempos en que aquí no se conocía nada igual. Este fue
el símbolo de la primera Feria Exposición Internacional que se llevó a cabo en
Bogotá. En los últimos años me he
dedicado a hacer objetos en madera en el taller que tenemos cerca a
nuestra casa actual en Sopó. La
idea del Calendario Solar surgió a raíz de un aniversario muy especial de la
Escuela Naval; pensando en lo que se podía hacer que fuera memorable surgió ese
sueño que después se hizo realidad, sueño que fue posible gracias al apoyo,
empuje y entusiasmo del Vicealmirante Carlos Enrique Ospina Cubillos, apoyo sin
el cual, estamos seguros, no hubiera sido posible llevarlo a feliz término.
En el transcurso de mi vida, siempre he preferido la informalidad a la etiqueta, ya que se ajusta más no solamente a mi manera de ser, sino al sistema de vida que siempre he llevado, a lo largo de más de medio siglo con Elvira y nuestros hijos. Como parte de la gran familia naval colombiana que soy, solo me resta manifestar que me siento orgulloso y feliz de ser parte de ella.
En la actualidad existen
muchos libros y escritos de diferentes autores, sobre el apasionante tema de la
Historia Universal de la Marina. Tema que ha dado lugar para que muchos
pongan su mente a navegar por los recónditos pasajes de la maravillosa vida
del mar, del ser hombre de él, de vivir y laborar en él. Tema que he
tomado, sin parafrasear autores ni abusar de ellos, para darle vida a esta
historia.
Debemos comenzar nuestra Historia situándonos en la
Prehistoria, donde las investigaciones y conjeturas nos llevan, pues no
existe testimonio escrito de esa época, a pensar en que el primer navío
flotante era un tronco. Un sencillo tronco de árbol. Un algo que flotó y
dio pie para que se hicieran con buena inventiva, balsas al unir más de
uno de ellos.
Con el transcurrir de los años la incipiente
construcción naval fue haciendo progresos de acuerdo a la época. Empieza a
utilizarse la corteza y la arcilla para taponar aberturas y grietas. La
balsa crece y se consolida por medio de un armazón de travesaños y
recubrimiento con pieles. Se vuelve una embarcación resistente. El hombre,
en su afán de navegar por las aguas dulces y saladas, inicia la
construcción y forja de diferentes herramientas para trabajar la madera.
Nace la idea de vaciar el tronco, darle forma y utilizar mejor el espacio
para su conveniencia. Nace, lo que llamamos hoy, la
Piragua.
La observación y acuciosidad del ser humano, lo lleva a
colocar planchas de madera en esas balsas en vez de pieles. A colocarle
algo en un determinado lugar para darle dirección. Nace lo que es el remo
y más tarde el timón de ella. En una determinada época esa balsa se vuelve
una embarcación con planchas de madera, remos, timón, cuadernas, cubiertas
y bancadas para que unas personas llamadas remeros le den impulso para su
desplazamiento. Rápidamente la construcción se perfecciona y se empiezan a
utilizar remaches y roblones, se mejora la quilla, su volumen de carga y
el timón para su dirección.
Hasta entonces el madero
utilizado como timón era un remo que se ubicaba en la popa y a la derecha
de la embarcación. Se inventa la manera de fijarlo por medio de una
escotadura practicada en la borda. Más tarde este remo popel de gobierno
fue pasado a través de una abertura y se instaló otro idéntico a la
izquierda de ella.
Tuvieron que pasar muchos años para que a
alguien se le ocurriera la idea de utilizar algunas pieles, tal vez
trapos, tal vez algo que más tarde se le llamó velas, para que esta
embarcación pudiese navegar más rápido que con los remeros que
inicialmente ocupaban, haciendo que ella tuviese más espacio libre y con
ello más capacidad para transportar elementos varios. Por ello, con base
en lo descrito por algunos estudiosos del tema, podemos situarnos en el
décimo milenio cuando aparecen los primeros barcos en los estuarios de los
grandes ríos Eufrates y Nilo, teniendo en cuenta que la historia de las
Flotas Marítimas se remonta a unos 6.000 años, 2.000 de nuestra era y
4.000 de la antigüedad.
A partir del quinto milenio, la
navegación por el río Nilo merece ser admirada, pues en esa época los
barcos transportaban los enormes bloques de piedra destinados a la
construcción de lo que hoy vemos como las Pirámides.
En la proximidad
de cada una de ellas se encuentran hoy vestigios de lugares, llamados hoy
muelles, para desembarcas estos grandes bloques. Su historia viene a
nosotros representada en siluetas de estos barcos egipcios elaboradas en
cerámicas y vasijas que tienen aproximadamente 6.000 años.
El navío
de mar más antiguo, robusto y fuerte, es hijo y viene de la edad de Cobre
correspondiente a la fundación y aparición de la nobleza Faraónica y por
ende a la construcción de las Pirámides, llegando con un retardo de más de
cinco siglos a Creta. Por ello podemos decir que los primeros navíos de
mar nacieron en el Mar Rojo y en el Mar Mediterráneo gracias a los
egipcios. Este nacimiento es compartido con los Cretenses, pues para la
época los egipcios extraían el cobre del Sinaí y los cretenses de la Isla
de Chipre.
Para el año 2.500, época del advenimiento de la edad de
Bronce en Creta, corresponde el nacimiento de la talocracia cretense y al
domino del mar por parte de ella. Para esa misma época, Egipto era una
nación esencialmente marítima ya que en el país de los Faraones no se
conoció la rueda sino hasta casi el segundo milenio y esta no fue
utilizada para los transportes sino hasta el siglo XV antes de Jesucristo,
apareciendo precisamente el carro y el caballo que tan famosos los
hicieron. Consecuentemente, antes de ese periodo e incluso después de él,
la forma más corriente de transporte para ellos era por vía
fluvial.
Paradójicamente, siendo el egipcio navegante, no se le
destaca ni señala como un hombre de mar y por ello se arriesgará muy poco
en el Mar Mediterráneo. El tiene pocas necesidades y se hará con el tiempo
sedentario, las aventuras marítimas no le tentarán jamás ni su afán de
conquistas. Aunque le tientan los productos de ultramar, no irá a
buscarlos ya que se los traen otros. Por ello, alrededor de él, nacen
pueblos navegantes y a ellos abandona sus pretensiones de tener tráfico
marítimo. Confiará a marinos extranjeros la expedición más audaz de todos
los viajes de exploración concebidos en la antigüedad. Sin embargo llegará
a abrir un gran canal para unir el Mar Mediterráneo con el Mar Rojo por el
Nilo.
Aunque las líneas y siluetas de las embarcaciones y navíos
egipcios eran muy finas, simétricas y elegantes, nos queda la duda hasta
el día de hoy, si con ellas les fue posible navegar por el Mar
Mediterráneo y soportar algunos de los temporales que en él se forman con
relativa frecuencia. Mientras esto ocurre, se va gestando y formando un
pueblo de vigorosos y rudos marinos: los Cretenses. Su osadía
se hizo famosa ya que ellos navegaban entre España y el Asia Menor y por
ello los Egipcios se sirven de su capacidad para navegar al igual que de
la de los Fenicios, quienes para la época, eran excelentes constructores
de barcos y notables comerciantes. Ellos, los Fenicios, hacen el periplo
del Continente Africano por cuenta de los egipcios y por la suya propia,
fundan lo que es hoy Cádiz y Cartago.
Después de ellos se
imponen en franca lid los griegos, quienes se destacaron por ser un pueblo
de ejemplares marinos y quienes fueron los principales artífices de los
diferentes progresos marítimos de la antigüedad. Su grandeza histórica se
la deberán al mar. Lección aprovechada en el futuro por los romanos y
cartagineses.
Pero como todo en la vida, la grandeza creada y
ganada por algunos pueblos no la supieron aprovechar y, unos y otros, se
olvidarán de la mar, siempre victoriosa, grande y profunda en el conflicto
eterno de Tierra-Mar. Unos y otros llegarán al extremo de despreciar a su
mar, a su flota y a sus grandes marinos. Por ello cuesta muy
caro olvidar una lección de esta magnitud. Y, siempre que la olvidan las
grandes naciones, ellas con el tiempo, sucumben.
Pero aquí no
termina lo que es el inicio de la Historia de la Marina. Vendrán episodios
ricos en leyendas, batallas y anécdotas, donde se confunde la realidad con
lo ficticio, pero que siempre harán las delicias de quienes amamos el mar
y su vida, porque ser hombre es fácil, pero ser hombre de mar, no lo es
cualquiera.
Rosita Gutiérrez de Abril fue mi profesora de inglés, en el Colegio de Ramírez, un famoso y prestigioso plantel que, en la década de los años 40, era más conocido como la Academia de Ramírez, fundada por don Antonio María Ramírez Tinoco. A la muerte de este, fue regentado por el distinguido pedagogo Santos María Pinzón Niño (oriundo de Moniquirá), donde estudiaron, entre otros, Alberto Lleras Camargo, Darío Echandía y Germán Zea Hernández.
El primer recuerdo que tengo de Mrs. Abril, fue cuando Darío Abril Gutiérrez, su hijo y mi compañero de colegio, me invitó a su casa (nuestras residencias estaban localizadas a cuatro cuadras de distancia), en donde estuvimos hasta la madrugada, preparando las respuestas para unas tesis que se utilizaban en los exámenes finales de algunas materias del bachillerato. Así las cosas, el día que Don Santos la presentó en el salón de clase, en febrero de 1962, el día que iniciamos las asignaturas correspondientes a tercero de bachillerato, Mrs. Rosita, para sofocar la algarabía que el suscrito había iniciado, en medio de su cordialidad me dijo: “George please in my class, keep quiet…”
Rosita no era una mujer alta de estatura, pero su presencia era imponente y su porte elegante, que contrastaba en todo con la figura del profesor de inglés, del año anterior, un jamaicano, muy parecido a un campeón de boxeo de peso pesado, quien además de usar un sombrero de los años 40’s, era rudo y poco cordial. Ese año las clases de inglés con Mrs. Abril fueron algo diferente y gratas, pues su estilo era entretenido e interesante para aprender un idioma. Mi memoria todavía recuerda algunas canciones con las que iniciaba y terminaba las clases, y sobre todo, la conjugación de los verbos irregulares del idioma inglés que fue algo que sus alumnos aprendimos de manera indeleble. Y… la verdad sea dicha, mucho me sirvió cuando el inglés fue para mí, muy necesario, en los años que adelanté mis estudios de postgrado en Economía en Harvard University, por allá entre 1980 y 1982.
Es importante agregar, que en la misma esquina, en la cual esperábamos el bus del colegio con Darío, también concurría una niña bonita, de ojos claros, portando uniforme con medias tobilleras, que estudiaba en el Colegio de la Asunción. Era Carmencita la hermanita de Darío, a quien le llevábamos varios años de edad y “gobierno” (hoy es la esposa del Vicealmirante Mauricio Soto Gómez, comandante de la Armada Nacional).
Pero con el tiempo la relación con mi profesora, vecina y madre del compañero Darío, se fue estrechando, hasta llegar a ser para mí, una persona muy querida y apreciada, pues cuando en el segundo semestre de 1963, Darío Abril Gutiérrez y quien esto escribe, decidieron ingresar a la Escuela Naval, Mrs Abril, era la persona que lograba los permisos ante el rector del colegio, para cumplir con los diferentes exámenes requeridos para el ingreso. Esto además tenía un mayor significado, si se tiene en cuenta, que el colegio estaba localizado en el kilómetro 20 de la carretera central del norte y ella era la que nos transportaba, hasta el CAN.
Ese sentimiento de amistad y cariño se estrechó aún más, cuando Darío, su hijo y mi compañero de colegio y de la Escuela Naval, murió en febrero de 1972. Ese día triste, estuve muy cerca de ella y de su familia. Desde esa luctuosa fecha, los encuentros con Rosita, además del afectuoso saludo, estuvieron rodeados por una dosis de nostalgia y un sentimiento de tristeza, que perduró hasta el último encuentro.
Rosa Elena Gutiérrez de Abril, nació en un lindo pueblo de Boyacá, llamado Jenesano, el 23 de abril de 1917. Desde muy niña su familia se trasladó a Tunja, donde estudió en el colegio de la Presentación, hasta graduarse en lo que se llamaba entonces “estudios suficientes”, aprendiendo a tocar piano, bordar y pintar. Muy joven conoció al hacendado llanero Manuel Bayardo Abril Quintero, que estudiaba también interno en el Colegio Boyacá de Tunja y con quien contrajo matrimonio cuando murió su padre. En la época dura de la violencia y por persecución política, debido a que Don Bayardo Abril era un influyente dirigente liberal en los llanos orientales, en 1949, se trasladaron a Bogotá, donde Rosita estudió inglés en el Centro Colombo Americano y en el Colombo-Británico. En 1953 inició su carrera como profesora de inglés en los colegios Max León, Fray Cristóbal de Torres y Colegio de Ramírez, donde dictó clases durante 20 años, habiendo sido la profesora favorita de varias generaciones. Vale la pena anotar que Rosita fue una de las primeras mujeres al volante, en Colombia.
Evoco a Rosita Gutiérrez de Abril con el frenesí del recuerdo que dan los años y los pesares; es el sentir de un alumno agradecido, que en el crepúsculo de la vida se transporta al pasado para que resuene el eco de esos tiempos idos, donde nuestra vida se forjó y se renovó a la sombra de un alma generosa que además del inglés nos dio lecciones de trabajo y responsabilidad.
Jorge Serpa Erazo CN 38-082
PARA: SIGIFREDO VELANDIA (CN 38-053).
XBT.-
Recibido su impecable e instructivo comentario con relación a la Clase de
Marinería X Efectivamente confundí la palabra “Braza” por “Grillete” X Al unir las dos cadenas,
se obtuvo una longitud de 297 metros y al fondear con la catenaria, teníamos
disponibles o efectivos unos 100 metros X De tal forma que la frase en cuestión
quedaría así: “… Es de anotar que
revisando las profundidades del Estrecho de Magallanes y de los Canales
Patagónicos Chilenos, existen puntos que superan los 70 metros y llegan hasta
los 90 metros (de 40 a 50 brazas), de tal forma que las longitudes de las
cadenas del ARC “Gloria” por babor y estribor son de 5 y 6 “grilletes”
respectivamente, fue imperativo unir con grillete giratorio la cadena de
estribor a la de babor para obtener 11 “grilletes” y poder….” X Permítame
agradecerle la corrección y le recuerdo, creo, que quien ronda por estos lares
es “Eisenhower” (¿?) XBT.-
CRECE...
CRECE... LA CYBER-AUDIENCIA
Trinquete
romántico
CYBER-POESÍA MARINERA
POEMA DE AMOR
El sol nos olvidó ayer sobre la arena, nos envolvió el rumor suave del mar, tu cuerpo me dio calor; tenía frío, y allí en la arena entre los dos nació este poema, este pobre poema de amor, para ti...
Joan Manuel Serrano |
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Referencia
Bricbarca de tres palos construida en España en 1981, es uno de los cuatro buque-escuelas de países hispanoamericanos construidos en los Astilleros Celaya de Bilbao, además del "Simón Bolivar", "Guayas" y "Gloria".
El 24 de julio de 1981 le fue puesta la quilla, entregándose a la Armada de México un año más tarde. Esta nave fue adquirida por la Armada mexicana para solucionar la carencia de una unidad destinada de forma exclusiva a la formación de futuros marinos.
Este velero toma su nombre de un emperador azteca que fue hecho prisionero y ejecutado en el año 1525 por orden de Hernán Cortés.
Durante su relativa corta historia, el "Cuauhtémoc" ha navegado más de 100.000 millas.
Aparejo:
Bricbarca de tres
mástiles
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Motor:
1 Motor de 1.125
CV
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Puerto base: | Veracruz | Propietario: | Armada de México |
ZAFARRANCHO
GRAFICO
Durante una
reunión en el "Pocigueica", realizada el pasado mes de septiembre,
aparecen el Capitán de Navío Miguel A. Caro con su nieto, el Coronel
IM José Ramón Calderón y el señor Jaime Arboleda Serrano
-Jochise-
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