LOS DEL
Por: Vicealmirante Mauricio Soto Gómez CN 38-019
Comandante de la Armada
Nacional
Cumple un año la quijotesca labor del enfermero Pinto y su distinguido staff para mantener la comunicación entre quienes un seis de enero de 1964, siendo aun muy jóvenes, tomamos una de las más trascendentales decisiones de nuestra vida como fue la de ingresar a la Armada Nacional.
En este mes, cuando el contingente 38 cumple el mismo número de años de haber llegado a la Escuela Naval e iniciar la singladura sobre la derrota trazada en la carta de navegación de nuestra vida, deseo fervorosamente, como único miembro de dicho contingente en servicio activo, y en mi calidad de Comandante de la Armada de Colombia, cargo desde el cual me siento muy orgulloso al representar a mis compañeros y además de sentir el aprecio y calor humano de todos y cada uno de ustedes, agradecerles todas esas muestras de genuino compañerismo, lealtad y amistad con las cuales me han distinguido ustedes y sus familias, para alguien quien hoy sufre la soledad inherente al mando, su amistad y su respaldo son el mejor de los alicientes.
El año 2001 la Armada Nacional adoptó como lema “en los mares, en los ríos trabajamos unidos por Colombia” con el firme propósito de motivar el talento humano de la institución fortalecido además por la unión siguiendo el adagio popular que reza “la unión hace la fuerza” con el objetivo final de trabajar por Colombia ya que nuestro compromiso es, ha sido, y será Colombia su gente y sus recursos.
Quiero decirles que con esfuerzo y dedicación, mi tripulación conformada por 21.400 hombres y mujeres, entre Oficiales, Suboficiales, Infantes de Marina, Cadetes y personal civil, tripulando más de doscientas unidades en el mar y los ríos, así como quince Batallones, han cumplido la tarea, y si hoy, a pesar de la violencia demencial del narcoterrorismo, todavía gozamos de un país viable, se debe en gran parte al esfuerzo y al trabajo arduo y dedicado de las Fuerzas Militares; somos también conscientes, que solo con el apoyo de todos los colombianos de bien podemos ganar esta guerra al terrorismo y legar para nuestros descendientes una Patria con desarrollo y seguridad. Por eso seguiremos trabajando sin descanso en este año 2002, en el cual, queremos consolidar los esfuerzos en la reestructuración y modernización de la Institución, este año tendremos aviones de patrullaje marítimo tripulados por extraordinarios pilotos navales surcando los cielos de nuestra áreas marítimas y fluviales, continuaremos el mantenimiento mayor de 25 años de nuestros submarinos oceánicos, trabajo que se efectuará en Colombia, y que ya inició en el año 2001 con el cambio de las baterías, el cual se adelantó en las instalaciones del Astillero de la Armada COTECMAR en Cartagena, y que representó ahorro al país por cerca de dos millones de dólares. En el orden público, capturamos mas de doscientos delincuentes de diferentes organizaciones al margen de la ley, así como también incautamos un total de 38 toneladas de cocaína, mantuvimos abierta la navegación por las principales arterias fluviales del país, donde solo en el río Magdalena se transportaron mas de 70 mil toneladas de carga; en apoyo a la población civil en operaciones de acción integral llevamos ayuda a más de 40 mil hogares colombianos, e incluso en el ámbito internacional prestamos asistencia con el transporte de ayuda humanitaria al pueblo hermano de El Salvador que fue asolado por desastres naturales.
En el año que comienza, continuaremos con el programa del Gobierno Nacional de “más y mejores Hombres, más y mejores equipos” fortaleciendo la Infantería de Marina, su entrenamiento, sus equipos y el bienestar; recibiremos también ocho helicópteros y los aviones de patrullaje marítimo, así como culminará la construcción de otras dos nodrizas fluviales para apoyo de las operaciones de la Brigada Fluvial de la Armada .
Queridos compañeros unidos por el destino y el mar, gracias, muchas gracias por sus continuas muestras de apoyo a la labor de la Armada, somos conscientes que los hombres pasamos y las instituciones quedan, por eso continuaremos con todo nuestro empeño y dedicación dirigiendo los destinos de esta Institución para hacerla cada día más gloriosa siguiendo el noble legado dejado por mis antecesores y cumpliéndole al pueblo colombiano con la certeza que no le fallaremos, pues Colombia es nuestra patria y es el único lugar donde jamás nos sentiremos extranjeros.
Para ustedes distinguidos lectores de La corredera del 38 un feliz año lleno de prosperidad y que todos nuestros propósitos se cumplan.
Vicealmirante Mauricio Soto Gómez CN 38-019
Comandante Armada Nacional
Durante mi paso como Comandante del Batallón de Cadetes en 1985, quise hacerle un homenaje, en el Cincuentenario de la Fundación de la Escuela Naval de Cadetes, a la Banda de Guerra y puse a un guardiamarina a que hiciera para La Corredera, un artículo sobre su historia y anécdotas, muchas de las cuales le narré como experiencias propias vividas como “bandurrio” y que me complementó en excelente forma el entonces Guardiamarina Juan Carlos Roncancio Ortiz, luego con el también valioso aporte del Guardiamarina Edward G. Klusmann J. Se elaboró un Manual de la Banda de Guerra, el que no alcancé a editar oficialmente por mi traslado al Curso de Estado Mayor CEM 86, el cual todavía guardo como uno de mis libros de colección y consulta.
No se puede olvidar la admiración y cariño que durante las diferentes ceremonias que realiza nuestra querida Escuela Naval, despierta la Banda de Guerra y la emoción y melancolía que produce con el paso de los años el haber participado en tal o cual desfile y mucho más, el orgullo de haber pertenecido a la Banda de Guerra, que ha tenido su trayectoria y figura con letras doradas en la historia de la Armada Nacional y en los recuerdos que muchos tienen anotados en sus bitácoras personales.
BREVE RESEÑA HISTÓRICA.
Antiguamente las ceremonias, ofrendas y desfiles se efectuaban bajo los acordes de la Banda de Músicos de la Base Naval de Cartagena hasta el año de 1952 cuando el visionario, inquieto, admirado y genial Teniente de Fragata GUILLERMO FONSECA TRUQUE, responsable entre otras muchas cosas con su programa “Mares y Marinos de Colombia” y su lema: “Marinos de Colombia, buen viento y buena mar...” del ingreso a la Armada Nacional de muchos de los marinos de las décadas de los años 50 y 60, obtuvo la autorización de adquirir unos instrumentos para organizar la Banda de Guerra de la Escuela Naval, cuyas primeras marchas enseñaba y ensayaba haciendo en el piso con piedras y caracolejos un pentagrama a manera de partituras naturales que los primeros cadetes que la conformaban, unos 12 o 14, iban aprendiendo y memorizando.
La Banda de Guerra hace su presentación formal en sociedad abierta hasta el año de 1953. comenzó con un total de 24 cadetes distribuidos, además del tambor mayor, para tocar 8 cajas, 8 cornetas, 2 bombos, 2 pares de platillos y 2 vainillas. Estas últimas eran el instrumento naval por excelencia y consistían en pedazos de 15 centímetros de largo de vainilla de cañón calibre 75 mm, las cuales se golpeaban con una varilla y daban un sonido similar al del cencerro que lleva colgado el ganado. El “chicharrón” de esa época era pertenecer a este novedoso y marino instrumento y después a los triángulos que los reemplazaron, ya que no exigían mayor esfuerzo ni experiencia musical.
La atracción de los eventos, era la Banda de Guerra y lo ha seguido siendo con el paso de los años. Sus integrantes desarrollaron su inventiva musical para mejorar y aumentar el repertorio marcial a la cadencia de 92 pasos por minuto. Se continuó con la tradición y nunca ha tenido maestro especializado que la dirija, siendo los mismos cadetes quienes crean, acondicionan o adaptan a los instrumentos las canciones de moda, dándoles el toque marcial hasta transformarlas en “marchas” que han subsistido por décadas y como legados generacionales a los jóvenes marinos de turno, encargados de marcar la suave, cadente y acompasada marcha de la Marina (el enfermero Pinto diría que sigue siendo “lenta y reposada como ...”).
Algunos de esos primeros “bandurrios” fueron los cadetes Manuel Avendaño Galvis, Mario Jaramillo Del Castillo, Gabriel Rueda Galvis, Germán Rodríguez Quiroga, Hernán Galvis Rubio, Arturo Piedrahita Manrique (primer tambor mayor en 1952), Aristóbulo Garrido, Ricardo Brun De La Rosa, Noel Ardila Pinilla, Isidro Bernate, Emilio De Castro Jaramillo, “Puñin” Espinel, Augusto Moncaleano, Luis Carlos Jaramillo Peña, Jesús Armando González Castañeda, Hernando Herrera Padilla, Jaime Cubillos Padilla, Alberto Sandoval Solano, Vitelmo Riveros Polanía, Luís Alberto Bernal Forero, Alejandro Pimiento Hernández, Guilberto Sanguino, Norberto Bueno, a quienes hoy rindo tributo como pioneros de nuestra Banda de Guerra .
El tiempo fue pasando y se adquirieron nuevos instrumentos, algunos los cuales no tuvieron mucha duración, como los pífanos (flautines de “tono agudo”) traídos de Chile, pero debido a que dos de los cadetes que los tocaban se les descubrieron “ciertas excentricidades” se afectó la fama del instrumento y por esas razones extramusicales nadie lo quiso volver a tocar para evitar que se le llamara “Cadete Pífano”, pues había heredado otro significado...
Vinieron luego las liras, los clarines, las tamboras y las gaitas, que permitieron en su conjunto, dar a la Banda de Guerra la silueta de un buque que se interna hacia las inmensidades marciales y simbolismos marineros: la proa y el castillo formados por los tambores mayores; la cubierta principal o cubierta de pozo anterior formada por las gaitas, las liras y las tamboras; la cubierta superior y superestructura formada por los platillos y los bombos; la cubierta principal o cubierta de pozo posterior formada por las cajas; y el alcázar y la popa formada por las cornetas y los clarines.
Todos los que han pasado por la Banda de Guerra, han aportado su granito de arena para la continuidad, transformación y permanencia, a través del tiempo, de la iniciativa y creatividad; y, a partir del famoso “plaus” final ideado e implantado por nuestra Banda de Guerra desde su iniciación para significar el fin de un desfile, y que hoy lo instrumentan otras bandas de guerra del país, se continúa con las modalidades o transformaciones que tienen como límite la imaginación y el ensueño dados por la inmensidad, la tradición y el misterio de los mares.
ANÉCDOTAS.
Puede que históricamente no sean exactas ni en el tiempo, ni en la forma, pero fueron reales y con verificación directa: unas confirmadas con señores Almirantes y Oficiales en uso de buen retiro, con quienes tengo desde hace años el honor y el placer de disfrutar semanalmente amenas horas jugando Golf (cuando me dan la oportunidad y no me dejan “tirado” porque vinieron con el Foursone completo), quienes como fundadores de la Banda de Guerra, formaron parte de ese privilegiado grupo que inició mi Teniente FONSECA TRUQUE (con letras mayúsculas resaltadas por la admiración que le profeso y que se merece por sus obras); y las otras porque fui protagonista o testigo presencial en mi época de “Navy School, wonderful, beautiful”.
En cierta ocasión el General Rojas Pinilla iba a participar en un encuentro de países amigos en Guayaquil (Ecuador) y la Escuela Naval se encontraba lista en el aeropuerto para rendirle los honores. El cadete “Puñín” Espinel se “despelotó” y empezó antes de tiempo el toque de su corneta, sorprendiendo al resto de la Banda de Guerra que en medio del descontrol, para desembarrarla de la mejor manera posible, no tuvo mas remedio que esperar atentos la continuación del “solo” prolongado de la corneta “despelotada” y entrar a tocar los demás instrumentos en el momento que creyeron oportuno, empalmando y siguiendo los honores como si nada hubiera pasado. Así son las genialidades, coordinación e iniciativa que por siempre han caracterizado a la Banda De Guerra.
Como castigo lógico por la embarrada que solo la notaron los eruditos encargados de los honores, se ordenó: “Espinel, ¡al calabozo!...” Al día siguiente, en primera página un periódico ecuatoriano decía: “Con emotivo e impresionante solo de corneta y toque de clarines los cadetes navales colombianos recibieron a su Presidente”. Espinel pasó de villano a héroe, fue felicitado “por su iniciativa” y gozó de la franquicia suspendida, durante la cual, en medio del “jolgorio y la celebración”, se jactaba y justificaba su actuación, diciendo que “se había emocionado tanto al ver al Presidente que quiso darle la bienvenida en forma personal... Así nació el solo de corneta para iniciar los honores...
Ese mismo año al final de un crucero en Wilhemstad (Curazao) durante un desfile, la Banda de Guerra ya había pasado uno de los puentes de batiente que dan paso a los buques que entran y salen del canal de acceso. El operador del puente divisó un buque que entraba y sin dudarlo abatió el puente y partió en dos el Batallón de la Escuela Naval que quedó con las compañías de fusileros al otro lado, por lo que fue necesario cambiar el rumbo y colocando un sentido paralelo, se continuó el desfile en el sentido del canal, por un lado la Banda de Guerra tocando sus marchas y por el otro los fusileros, siguiendo el distante compás, hasta que más adelante cruzaron por otro puente el canal y se pudo continuar el desfile en un solo bloque... Rara y cómica la situación vivida, pero atendida la “emergencia” con serenidad y sentido marinero.
Anteriormente estando en Veracruz (México), se habían concluido las ceremonias y ofrendas y se había suspendido el último acto protocolario que era un desfile por sus calles. Los cadetes Jaramillo, González y Galvis, durante franquicias anteriores, habían comprado sou-venirs mejicanos tales como sarapes, sombreros de charros, etc, etc, y dos finas porcelanas Capo D’ Montti que no les cabían en las reducidas lacas de los ranchos del buque. Les vino la genial idea de guardar las compras dentro de los instrumentos que tocaban. Ya habían desarmado, alijado la mercancía y armado los bombos cuando se escuchó la siguiente pitada por los altoparlantes del buque: “Personal de la Escuela Naval, alistarse para realizar el desfile que había sido suspendido” y los sorprendidos “bombos” no tuvieron tiempo para deshacer la maniobra pues la formación fue casi inmediata por lo que “ni cortos ni perezosos” llevaron los bombos como estaban .
Durante el desfile, el sonido de los bombos fue “extraño” y su percusión muy mala... Se derritieron chocolates, las porcelanas se hicieron trizas y como si fuera poco, terminado el desfile, los tres cadetes, con un fuerte dolor de espalda , pálidos y a punto de desfallecer, fueron víctimas de la mofa de los otros “bandurrios”, pues por “perros”, tuvieron que soportar no solo el enorme peso de los instrumentos debido a la mercancía camuflada, sino, además, “capotear” la fuerte brisa que intentaba hacerlos “derivar” y los atormentó durante el desfile... Todo lo soportaron gracias a su recia fortaleza física y a su excelente sentido del humor.
Después en Ciudad de México (a caraxo, diría Marco Fidel Suárez), en el momento de iniciar un desfile el tambor mayor, cadete Aristóbulo Garrido, se enfermó y no había quien lo reemplazara. En la emergencia se pidió un “voluntario” pero nadie se atrevía a hacerlo, hasta que salió un “petiso” barranquillero, quien no tenía la estatura requerida (no superaba los 1,60 metros), pero sí tenía la energía y verraquera suficientes. Sin saber manejar una guaripola, el cadete “Kanka” De Castro sacó la cara por la Banda de Guerra en particular y por la Escuela Naval en general, pues en este compromiso internacional hubiera sido un desastre desfilar sin quien dirigiera la Banda (estos son los héroes anónimos que nunca faltan). Obviamente el cadete fue puesto como ejemplo por su amor y entrega institucional y premiado con los estímulos que merecían su “hazaña”.
Este artículo para La Corredera del 38 lo estoy terminando hoy 31 de diciembre de 2001, pues no quería finalizar el año sin tenerlo como complemento del “Tributo a mi Guaripola”. Sería muy “larga la travesía” si no lo divido en dos “singladuras”, por lo cual paro máquinas y prometo reiniciar, el año entrante, si “sus personas me lo permiten”, “Otras Anécdotas y Experiencias” que forman parte de las MEMORIAS DE UN TAMBOR MAYOR DESMEMORIADO.
Con mucha fe en
el Dios de los Mares, deseo a los suscriptores, al Enfermero Pinto y a todos sus
seres queridos un “FELIZ AÑO 2002, que
la carga de sus anhelos esté bien estibada y al término de su crucero de
ensueños descarguen completas sus realizaciones en el puerto anhelado, pues durante la
singladura la mar y la brisa les fueron
favorables y a los submarinistas, además, el número de inmersiones les
fue igual al numero de salidas a superficie...”
S |
eñor Dios:
Colombia, nuestra patria querida, la de grandes cordilleras cortadas a pico, la de llanuras indómitas de ortos encendidos, la de valles altivos salpicados de cañaduzales, la de selvas húmedas preñadas de riquezas, la de sabanas verdes con sabor a
fresa, la de dos mares cálidos como abrazos de amigo, la del olor a quicuyo en los caminos de tierras templadas, la de la arepa al desayuno con aroma de café, la del tamal y la butifarra, la de cantos vallenatos, la de cumbias alegres, la de bambucos sentidos, la de los niños que juegan a las piquis y a las lleva, la de la algarabía interminable de gritos, de pitos y de carros en las avenidas, la de jóvenes inocentes, la de tantos familiares y amigos; hoy, padece de muertes, de asesinatos, de secuestros y de masacres, de terrorismo, de desplazamientos y de exilios, de robos, de intolerancia, de corrupción y de impunidad, de pobreza, de desempleo y de injusticia. Sus gentes buenas, que son casi todas, miran atónitas, impotentes e inermes el abismo de esta guerra intestina que día tras día y centímetro a centímetro, abre grietas y les socava el piso bajo los pies de su existencia.
S |
eñor Dios:
Enséñanos la senda de la paz; con tu luz de sabiduría que es faro y candil, con tu mano de Padre Omnipotente, indícanos el camino para una buena negociación política entre todos los actores de este conflicto. Condúcenos con paso seguro hacia un acuerdo de paz que refleje el balance más equilibrado entre la memoria y el olvido; entre la falsedad y la verdad, entre la justicia y el perdón; para que se apacigüe por siempre esa sed de venganza, para que fenezca la arrogancia del poder, para que florezca el derecho a la vida, para que renazca el derecho a tener derechos, para que en el campo de ese proceso no queden vencedores ni vencidos y todos resultemos ganananciosos.
S |
eñor Dios:
Tú que encarnas la esperanza, dispon que lluevan durante cuarenta días y cuarenta noches diluvios de confianza, para que sobre la tierra reseca retoñen llenos de optimismo, los amores y los negocios, las familias y las instituciones, las veredas y las ciudades. Determina que con esa paz cicatricen las heridas del alma nacional y se robustezca el espíritu del país; que germine la semilla de la justicia social, que reverdezca la fe, que esa paz otorgue más oportunidades de estudio, de empleo y de realización; haz que con esa paz los campesinos retornen a sus tierras, que se pueblen de nuevo las campiñas, que brote la convivencia y el respeto ciudadano.
Señor Dios:
Irrádianos a todos con tu infinita sapiencia, porque de todos es este compromiso, pero primero, sé luz de guía para nuestros gobernantes, dirigentes y quienes tienen la grave responsabilidad de orientar los rumbos para conducir a puerto abrigado y seguro este proceso de negociación; porque no es solamente la firma de un acuerdo, sino un empeño con propósito de enmienda sin termino de vencimiento; que se sientan responsables del futuro; que desde cada uno de los espacios del poder, por simples que parezcan, le apuesten con el corazón, con la mente, con humildad, con la fuerza de sus capacidades para demostrar como si es posible fraguar el país que nos merecemos, para dejar a nuestros hijos una nación donde se es libre, productivo y feliz; para demostrarle al mundo que superado este conflicto, tenemos mucho por delante.
Gracias
por escuchar nuestro clamor, por
atender nuestras suplicas; alúmbranos con el amor infinito de tu amado hijo, para salvar a Colombia nuestra
patria querida, te lo pedimos Señor Dios, amen.