Batalla Naval de Maracaibo
-24 de julio de 1823-

Investigación,   selección  y producción de Jorge Serpa Erazo 

Amaneció el 24 de julio de 1823 y desde la víspera, se habían impartido las últimas instrucciones de combate a los patriotas, por medio de la Orden del Día; eran como detalles de apariencia baladí, pero definitivos a la hora de la gran batalla: marinería y tropas deberían estar calzados para mayor protección de las llamas; a las cubiertas de los buques les echaría arena mojada para no resbalar con la sangre; todas las cobijas estarían empapadas para ayudar a sofocar incendios; cocineros y sirvientes no prepararían alimento alguno para dedicarse a lanzar granadas de mano y bombas incendiarias al enemigo; cada uno de los hombres embarcados llevaría un lazo negro en el brazo izquierdo para distinguirse del contrincante en el momento del abordaje; se cerrarían escotillas y escotillones para que nadie rehuyera el combate cuerpo a cuerpo y, así, el único recurso sería combatir. Es decir, ese día no se descansaría, nadie comería y todos lucharían hasta morir. Con las primeras luces después del orto del 24, amanecieron las fuerzas contendientes fondeadas en los mismos sitios de la noche anterior. A eso de las diez y media de la mañana, el Almirante Padilla dispuso algunos cambios en los puestos que ocuparían sus buques en la línea de batalla, originados por los relevos de comandantes de la "Espartana" y la "Leona", ocurridos el día 23; asignó, a continuación, qué buque o buques enemigos debían abordar cada uno de sus comandantes y, después, visitó personalmente a los barcos de la escuadrilla y fuerzas sutiles, con el fin de arengar a las tripulaciones y tropas embarcadas, animándolas con vehemencia para que "llegado el momento de atacar a los enemigos, lo verificasen con intrepidez y entusiasmo".

Cuando el viento se afirmó por el noreste, más o menos a las dos de la tarde, ordenó Padilla al Capitán Chitty, comandante de las fuerzas sutiles, que levara anclas y se dirigiese sobre las embarcaciones realistas de su clase; a las dos y veinte se dio a la escuadrilla la señal de dar a la vela y, al poco tiempo, ordenose formar en línea de frente para atacar simultáneamente a los buques enemigos que esperaban fondeados en línea paralela a la costa norte de Maracaibo, en proximidades del Capitán Chico.

Con la brisa a su favor, los buques republicanos avanzaron veloces sobre la escuadrilla española que seguía al ancla en espera del terrible choque. Formaban el ala derecha (sur) de la línea patriota los bergantines "Independiente" y "Confianza", más las goletas "Antonia Manuela", "Manuela Chitty" y "Peacock", con la misión de cortar la posible línea de retirada de los realistas hacia el lago y el ala izquierda (norte), el bergantín "Marte" y las goletas "Leona", "Espartana", "Independencia" y "Emprendedora" cuyo objetivo era evitar el escape de los realistas hacia el norte. A las tres y cuarto se izó en el buque insignia la esperada señal de Abordaje y permaneció al tope, no obstante haber sido contestada por todos los comandantes, indicando con esto que no quedaba otro camino que la lucha cuerpo a cuerpo. Los buques continuaron navegando en una formación casi perfecta, a pesar de que casi todos tenían diferentes características; cada uno avanzaba sobre su objetivo asignado y, a las tres y tres cuartos, los españoles abrieron fuego con cañones y fusilería, del modo más vivo y continuo. La escuadrilla colombiana prosiguió avanzando con serenidad, conservando los puestos asignados en la formación y sin disparar un tiro hasta cuando los buques estuvieron a toca-penoles.

Abrió fuego entonces la armada patriota con sus cañones y fusilería, de tal forma que empezaron a verse los estragos. El bergantín "Independiente" con Padilla y Beluche en su puente, abordó al "San Carlos", cuyo maderamen crujió con el impacto de la Colisión y los tripulantes de aquel, "ebrios de coraje y en un impulso de exterminio dan comienzo al abordaje; con acérrima pujanza degüellan sin misericordia al enemigo, barriendo, cubierta del buque... español; bajan a la cámara y prosiguen luchando con desenfrenada furia hasta que se lanza al agua el último de los sobrevivientes tripulantes...". El "Confianza" abordó la goleta "Zulia"; la "Emprendedora" atacó al bergantín goleta "Esperanza" cuya santabárbara explotó dejando cubiertos de humo y escombros a los buques que estaban a su alrededor, el "Marte" se apoderó de varias embarcaciones enemigas y todos los demás buques republicanos cumplieron cabalmente con sus deberes. Pronto las aguas donde se combatía se vieron teñidas de sangre, llenas de desechos, cadáveres y náufragos que luchaban por sobrevivir a la degollina. Los realistas lograron abordar la "Antonia Manuela" y en la lucha sostenida con machetes, bayonetas, y otras armas blancas, no quedó a bordo de ésta ningún tripulante vivo y fue abandonada por los atacantes tan pronto como se acercaron la goleta "Leona" y un bote armado del "Independiente", para rescatarla.

Debido a que los realistas se hallaban al ancla en el momento del ataque, afrontaron el combate con una desventaja funesta, un elevado costo y en las más angustiosas circunstancias.

En medio del estruendo del fuego y en el tráfago creado por el combate, perdieron la esperanza del triunfo e intuyeron la proximidad de la derrota, por lo que picaron los cabos de las anclas y trataron de escapar haciéndose a la vela. De nada les valió este intento, ni sus últimos esfuerzos, pues ya la desmoralización invadía sus ánimos y ningún jefe podía impedir el desastre. Once de sus buques mayores fueron apresados, aparte de la pérdida por explosión del bergantín goleta "Esperanza" y un falucho de sus fuerzas sutiles. Únicamente tres goletas pudieron escapar: las dos de vanguardia y la "Especuladora"; además, consiguieron romper el cerco de los patriotas dos flecheras grandes y algunas embarcaciones de las fuerzas sutiles que ya habían empezado a navegar antes del encuentro; todos estos buques pusieron rumbo a Maracaibo para quedar al abrigo de sus fuertes, aunque fueron perseguidos vivamente por los patriotas, hasta que la oscuridad hizo imposible su seguimiento y caza. La misma noche del combate, el comandante Laborde se dirigió en la "Especuladora" hacia el castillo de San Carlos, allí se embarcó en la fragata "Constitución" y puso rumbo a Cuba dejando solo a Morales para afrontar la derrota.

Con el fin de curar los heridos, amortajar los cadáveres y poner en orden las embarcaciones, ordenó Padilla a su fuerza victoriosa fondear en aquel lugar de exterminio. Al siguiente día zarparon con destino al puerto de Altagracia para reparar sus buques que quedaron muy averiados después de la lucha "y saborear el néctar embriagador del triunfo definitivo de la libertad", pero dejó algunas embarcaciones que bloquearan las pocas salvadas de los españoles. Terminada la sangrienta batalla que fue primordialmente una lucha de barco a barco, sin alistamiento previo de las artillerías, ni mucho menos con despliegue de evoluciones tácticas de las escuadrillas, se puede decir que la norma fue el arrojo de los marinos en el momento del abordaje y este instante, fue aprovechado por la resolución de los colombianos, que siguieron el ejemplo del bravo Padilla y los corsarios que allí pusieron todo su empeño. El balance demostró que hubo valor de parte y parte, así como hombres y buques gloriosos y humillados. La cadena de libertad se remató con los últimos eslabones del honor.

Las embarcaciones españolas capturadas fueron los bergantines "San Carlos" y "General Riego"; las goletas y flecheras "Mariana", "María", "Liberal", "Guaireña", "Habanera", "Estrella", "Cora"... que ahora sonaban como nombres de mujeres distantes llorando con sus velas al pairo. Los patriotas perdieron 8 oficiales y 36 hombres muertos; 14 oficiales y 45 tripulantes y soldados heridos. Los españoles tuvieron 68 oficiales Y 369 hombres prisioneros; 473 entre muertos y heridos. "El valor, el arrojo y las acertadas providencias del general Padilla en aquel día fueron admirables, y le dan lugar distinguido en las brillantes páginas de la Historia de la Guerra de Nuestra Independencia. Los Capitanes de Navío Beluche, Tono y Joly merecieron grandes elogios, contribuyendo eficazmente con su espada y sus consejos a que se obtuviera tan completa victoria..." Otros oficiales de marina que se distinguieron aquel día fueron el capitán de fragata Chitty con sus fuerzas sutiles, además Pilot, Castell, Uribarri, Mincis, Villanueva, Francisco Padilla, hermano del general, y muchos más que sería largo de enumerar...cuyos nombres, unos de puro sabor nativo y otros de pronunciación extranjera, siguieron resonando como héroes de la Independencia Grancolombiana.

Morales fue el culpable de la derrota de Laborde, por haber obrado sin un plan armonioso entre ejército y marina, ya que ésta sería decisiva en la acción conjunta, pero fue despreciada. Ante la pérdida de la acción naval, la situación de Morales se tornó crítica: las pocas embarcaciones que se salvaron de la derrota quedaron estrechamente bloqueadas por los patriotas; el ejército español que operaba en las costas del Lago estaba sin víveres y los habitantes de Maracaibo padecían hambre. Los jefes patriotas Manrique y Padilla explotaron esta condición y propusieron a Morales una capitulación honrosa para las dos partes con el fin de poner término a esta cruenta guerra que tantas víctimas había dejado. Después de varios días de intensas y acaloradas sesiones en las cuales Morales no quería dar su brazo a torcer, escudándose en el gran desprecio que sentía por los <<insurgentes>> y abrigando aún una imposible victoria de sus tropas de tierra, tuvo al fin que ajustarse a los términos de la rendición. El 3 de agosto de 1823 "el abatido comandante y capitán general aprueba y ratifica los términos de la capitulación [...]. Hay que reconocer que los vencedores fueron generosos con los vencidos. Según el acta de capitulación, Morales saldría con sus estandartes en alto [...] Los soldados quedaban en libertad de acompañar a Morales o incorporarse a la República [...] Este trato... puede estimarse como el primero en su género en América por su extraordinario contenido y valor de documento humano". Después del arreglo, entre el 14 y 20 de agosto, salieron para Cuba los restos del ejército español de Costa Firme: 372 oficiales realistas, 230 suboficiales y 660 soldados; el 20 de agosto salieron 3.000 personas más. Sólo quedaron 930 hombres en la guarnición de Puerto Cabello. 68 realistas entre oficiales y tropa, se incorporaron a las filas republicanas. Padilla recibió el resto de la escuadrilla realista: goletas "Zulia", "Salvadora", "Atrevida" y "Maracaibera"; falucho "Resistencia"; guairos "Pedrito", "Vengador" y "Morales"; piraguas "Raya", "Félix María", "Duende", "Altagracia", "Papelonera" y otras más.

IMPORTANCIA DE LA BATALLA

Es realmente asombrosa, por decir lo menos, la forma como los historiadores y encargados del diseño de los currículos de la enseñanza de la historia en Colombia, han ignorado los hechos marítimos sucedidos durante la gesta independentista; pero sorprende especialmente la forma sistemática cómo se desconoce la señalada importancia que la Batalla del Lago de Maracaibo tuvo en todo el conjunto de la independencia suramericana. Por algo José Nucete Sardi de la Academia Venezolana de Historia en el prólogo a la primera edición del libro del Contralmirante Eljuri Yúnez: "Y así se rubricó la Independencia", la bautiza: La Batalla Final. Y Horacio Rodríguez Plata en el prólogo a Vida del Almirante José Padilla de Enrique Otero D’acosta expresa: "La Batalla de Maracaibo fue para la seguridad de la República como la de Nelson en Trafalgar para la seguridad de Inglaterra".

 

Y es que, con la Batalla de Carabobo librada en junio de 1.821, se dio inicio a la campaña de liberación de la Capitanía de Venezuela, pero apenas fue eso: el inicio. Quedaron actuantes y con tropas relativamente importantes, los generales españoles Francisco Tomás Morales y Miguel de La Torre quienes entre la victoria de Carabobo y la Batalla Naval de Maracaibo mantuvieron  actividad permanente, que pusieron muchas veces en peligro la incipiente independencia. Ya en 1.821 el sitio ordenado por el Libertador sobre Puerto Cabello, donde los realistas lograron concentrar la no despreciable cantidad de 4.200 hombres con sus respectivos cuadros de mando; las acciones en los llanos venezolanos apoyadas inclusive por coroneles venezolanos como Alejo Mirabal y Antonio Ramos, muertos en los combates consecuentes de Guardatinajas y Calabozo. La recuperación del dominio español de la provincia de Coro, donde Morales volvió a reunir mas de 3.500 hombres en Marzo de 1.822 . Operaciones que  recuerdan las actividades de Soublette; del coronel Judas Tadeo Piñango; el relevo del mando en las huestes realistas entre De la Torre y Francisco Tomás Morales, nombrado Capitán General de Venezuela en julio de 1.822 y los juegos de estrategias y política entre éste y los generales patriotas Soublette y Páez.

 

Mientras tanto, el General Bolívar, nombrado Presidente de Colombia por el Congreso General de Cúcuta en 1.821, había dado inicio a la campaña del sur y comenzaba su rutilante periplo de victorias el 22 de Abril de 1.822 con Bomboná. Vendría luego la gloria compartida con Antonio José de Sucre en Pichincha y la capitulación del Mariscal Presidente de Quito, como consecuencia, la incorporación de la presidencia de Quito a la República de Colombia.

 

Es cuando, llegan noticias alarmantes de las intenciones del sanguinario General español Francisco Tomás Morales, quién durante 10 años había mantenido en jaque a las tropas patriotas en Venezuela, de iniciar unas invasión por el norte sobre las provincias de Socorro y Pamplona, ¡camino a Bogotá!; según ellas, había conquistado rápidamente la Provincia de Maracaibo, organizado y equipado en pie de guerra un ejército numeroso y aguerrido, y mantenía en el Lago y en la Barra fuerzas navales suficientes para rechazar la escuadra colombiana.

 

Ante estos hechos, el General Francisco de Paula Santander, encargado de la Vice-presidencia  y por lo tanto del mantenimiento administrativo de la naciente República, se ve obligado a reclamar al Libertador, quien a la vez se encontraba en Guayaquil contemplando  la posibilidad de viajar hacia el sur a asumir el mando de la división peruana e iniciar la campaña de liberación de ese último reducto del dominio español. Abril de 1.822, de Bolívar a Santander: "Ha venido una nueva misión del Perú para instarme que vaya  a tomar el mando de aquellas tropas. El general en jefe Martínez y el general Santa Cruz, que manda la división del Perú, me instan con igual vehemencia. No sé que responder porque me tienen detenido las resoluciones del Congreso y las operaciones de Morales en la costa norte". De Santander a Bolívar en Junio del mismo año: "A mí me tiene loco Maracaibo. Morales se ha encontrado con nuestros jefes y ha jugado con ellos como ha querido. Yo sin el problema de Maracaibo enviaría a Vuestra Excelencia muchas tropas y me desahogaría de más de cien mil pesos mensuales".

 

Ante el dilema propuesto y totalmente convencido Bolívar que el mayor peligro se encontraba en el norte, resuelve ausentarse y dejar el mando de la campaña del sur al general Antonio José de Sucre. Bolívar a Santander desde Cuenca el 23 de septiembre de 1.822: "Nunca había vacilado tanto para tomar una resolución o decidirme por un partido; más al fin después de un largo combate interior, venció el amor por la Patria, y me puse en marcha para Bogotá con el General Valdez". ¿Cabe alguna duda sobre la gravedad de la situación en el norte de Colombia? El hecho que Bolívar tuviera la intención de sacrificar su caro deseo de gloria ante la libertad del Perú por venir a defender lo ya conquistado, no debe dejar duda alguna sobre la gravedad de la situación que se vivía en el territorio de las provincias del norte de Colombia.

 

El 7 de septiembre de 1.822, toma Morales posesión definitiva de Maracaibo y ante la capitulación del Coronel patriota Villasmil, recibe sin combatir las fortalezas de San Carlos, Zapara, San Fernando y Bajo Seco, es decir consolida el total dominio sobre el Lago y sus alrededores.

 

Enterado el Vicepresidente Santander, no duda en ordenar al general Mariano Montilla Jefe de la zona militar de Cartagena, la organización de un ejército para atacar por mar y tierra a los realistas, hasta retomar Maracaibo. Cumple Montilla la orden, destacando al Coronel José Sardá al frente de 1000 hombres de infantería y 300 de caballería, quienes vuelven a ser batidos por Morales en Sinamaica. Ahora corresponde el enfrentamiento al General Rafael Urdaneta, quien logra a medias contener la ofensiva de los realistas, por lo menos, en su intención de avanzar sobre Cúcuta. Pero la actividad de Morales y sus hombres, en ningún momento tuvo descanso. Vuelve entonces a intentar la penetración al interior por Riohacha y el Valle de Upar y los ríos Cesar, Cauca y Magdalena.

 

No queda otra alternativa. La única forma de detener el ímpetu de este aguerrido combatiente es por mar. Hay que llegar a Maracaibo forzando La Barra y sorprenderlo para sacarlo de su guarida. ¿Tarea imposible?  No para quién se caracteriza por su valor y por su audacia: el insigne marino José Padilla. Y a él tiene que recurrir Montilla para estudiar las posibilidades del plan y adelantar los preparativos en forma minuciosa. Llegamos al 15 de Enero de 1.823 cuando desde su cuartel general de Soledad, Montilla, Comandante General del Departamento del Magdalena, dicta el decreto mediante el cual declaraba bloqueada la costa del Golfo de Coquibacoa. Había que empezar por cortarle a Morales sus líneas de suministros. Se cambia entonces el carácter de la guerra de continental a marítima; se hace necesaria la conquista del dominio del mar.

 

Padilla entonces al mando de la corbeta Constitución, se dirige a Los Taques y asume la dirección de las operaciones en su carácter de Comandante General de la Escuadra de Operaciones. En marzo y desde entonces hasta mayo se suceden escaramuzas navales entra Beluche y  Danells por el lado patriota y el temido y experimentado Angel Laborde. Y es el 7 de mayo cuando resuelve Padilla ordenar lo que muy pocos creían posible: Forzar la Barra y penetrar en el Lago.

 

La victoria naval del Lago de Maracaibo el 24 de julio, a la cual siguió otro hecho de excepcional importancia y como consecuencia inmediata de ella: la capitulación del 3 de Agosto de 1.823, tuvo gran resonancia dentro y fuera de Colombia. No era para menos. Con estos hechos se daba terminación definitiva al dominio español en el territorio de Venezuela y se afianzaba en forma concluyente la independencia política. Entre Carabobo y Maracaibo se libraron en el territorio venezolano más de 54 combates. Con el triunfo de Padilla en Maracaibo sí se daba el golpe de gracia al nudo vital del dominio español en el norte de la América meridional.

 

Bolívar a Sucre, mayo de 1823: "Mientras no se haya decidido la batalla contra Morales no podemos contar con seguridad en el sur". Y con las siguientes palabras de  Santander  se destaca la importancia de esta epopeya naval y lo que significó para la seguridad de Colombia y la posterior gloria de Bolívar. Santander a Bolívar 25 de agosto de 1.823: "Tengo la satisfacción de comunicar a Vuestra excelencia que la campaña del Zulia ha terminado felizmente, habiendo sido devuelto Maracaibo con sus fuertes al seno de la República. La escuadra a las órdenes del General Padilla ha abatido el orgullo español en diferentes combates y ha arrancado al General en Jefe del ejército la capitulación… Ofrezco ahora sí a Vuestra excelencia la más eficaz colaboración, para que pueda obtener el título de Libertador del Perú y ser el ángel de la paz y la unión en la América del Sur"


Fuentes: Batalla Naval de Maracaibo  tomado del libro  "El Caribe, Mar de la Libertad". del CN Enrique Román Bazurto.
              Importancia de la batalla, escrito enviado por el CN Carlos Prieto Ávila  

A los marinos de Colombia se dedican los resúmenes, las  crónicas y las biografías de aquellos que combatieron por todas las causas, navegando cargados de ilusiones y tiñendo el mar con su sangre.  Los PAÑOLES DE LA HISTORIA, son un  homenaje al pasado que como el mar, es infinito e inescrutable, pretendiendo rememorar la historia, convirtiendo la pluma en espada, los argumentos en un cañón y la verdad en un acorazado.

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