Unidos por el mar y exhaustos por el último poste |
No 57 Febrero / 2004 |
Informativo virtual para integrar la familia naval colombiana |
¿IMAGINACIÓN O REALIDAD?
ACCIDENTE DEL DESTRUCTOR A. R. C “CALDAS”
-28 FEBRERO DE 1955-
El próximo 28 de
febrero de 2005 se cumplirán cincuenta años del accidente causado por una enorme
ola que barrió la cubierta del destructor A.R C. “Caldas”, adquirido por el
Gobierno durante el Conflicto Colombo-Peruano (1930-1936). En el percance perdieron la vida un
oficial, tres suboficiales y tres marineros al caer al mar. Milagrosamente, uno de los marineros
lanzados al mar por la ola, logró sobrevivir Reescribo esta crónica animado por
el distinguido Capitán de Navío Enrique Martín Salazar, compañero en esta
peripecia y entusiasta recopilador de 16 relatos de 4 oficiales y 12
suboficiales, supérstites de aquel aciago día. Según lo asegura el Capitán Martín, con
este esfuerzo desea entregar a los lectores “una lección para los marinos,
principalmente para los que tienen una responsabilidad con la dirección del
mando y la operación de un buque, pues aprendemos que el mar no perdona
descuidos”. A lo largo de este
trabajo irán apareciendo algunos comentarios que figuran en dichos
relatos. Es complicado tratar de reconstruir
los hechos y encontrar la verdad pero,
por ahora, lo mejor es resumir algo de lo mucho que se ha escrito al
respecto que, desafortunadamente, ha sido una sucesión de verdades y mentiras,
novela e historia, contradicciones y coincidencias o de comentarios adversos y
favorables a la
Armada, como se verá a lo largo de la presente crónica. De todas maneras se mostrará un panorama
general y cada uno de los lectores contará con mas elementos de
juicio.
Sin tener en cuenta el orden
cronológico de los escritos seleccionados, desarrollé el tema de tal forma que
el lector pueda sacar sus propias conclusiones de lo que sucedió hace cincuenta
años, según el resumen de las diversas interpretaciones,
así: ·
Primer comunicado de la Armada el 1º de marzo de
1955 a
las 08:00 Hs. ·
Modernización de los destructores y
accidente del “Caldas”, por el CN Enrique Román Bazurto. Análisis Histórico del
Desarrollo Marítimo Colombiano. Octubre 2001. ·
Percance del “Caldas” por el Sr.
Vicealmirante Eduardo Wills Olaya, en la Historia de las FF. MM. Tomo IV. Armada. Planeta
Colombiana Ed. Bogotá 1993. ·
Versión de Gabriel García Márquez en su libro “Vivir
Para Contarla”. Editorial Norma
S.A.. Bogotá 2002.
OCHO MIEMBROS DE LA TRIPULACIÓN DEL
DESTRUCTOR ARC “CALDAS” DESAPARECEN EN EL MAR EN UN LUCTUOSO ACCIDENTE PARA
LA ARMADA
NACIONAL Boletín del Comando de
la Armada
Nacional. Marzo 1º
de 1955 08:00
horas.
El Comando de la Armada Nacional
lamenta informar que ayer a las 11:35 horas una ola que barrió la cubierta del
Destructor A.R.C. “Caldas” arrastró al mar al siguiente personal de la
tripulación de la citada Unidad de la Armada sin que hasta el momento hayan sido
rescatados: Teniente de Fragata
Jaime Martínez Diago Suboficial Jefe Maquinista
Elías Sabogal Ruiz Suboficial 1º Contramaestre Julio
César Amador Caraballo Cabo 1º Artillero
Miguel Ortega de Ávila Marinero 1º Artillero
Luís José Rengifo Lozano Marinero 2º
Misael Eduardo Castillo Acosta Marinero 2º
Ramón Nicolás Herrera Marinero 2º
Luís Alejandro Velasco Rodríguez
El accidente ocurrió en el viaje del
A.R.C. “Caldas”, de Mobile (EE.UU.) a Cartagena, en Latitud 11.06 Norte,
Longitud 76.06 West durante un temporal que golpeó fuertemente al buque
produciendo un gran ángulo de escora, inmediatamente antes que una ola
barriera la cubierta y arrastrara al mar al personal antes mencionado, causando
además averías y destrozos sobre cubierta.
Inmediatamente
después del accidente el A.R.C. “Caldas” inició la localización y búsqueda de
los náufragos y se ordenó a la fragata ARC “Almirante Brión” que se encontraba
en las cercanías, en prácticas y entrenamiento, proceder al lugar del accidente
para cooperar en la búsqueda.
Además, se ordenó a los buques mercantes que navegaban por las cercanías,
cambiar el rumbo y dirigirse al sitio del accidente. Hasta el momento, cinco buques mercantes
colaboran eficazmente en la búsqueda.
La Base
Aérea
de Coco Solo (Zona del Canal) envió dos aviones de la Armada
Americana, que en estos momentos se encuentran volando
sobre la zona del accidente tratando de localizar a los náufragos para
prestarles ayuda inmediata. La búsqueda continúa por medio de
buques y aviones y no se suspenderá hasta tanto se logre el rescate de los
náufragos, lo cual se dificulta debido al fuerte temporal y al estado agitado
del mar. El ARC
“Caldas” fondeó anoche a las 19:30 horas en el puerto de Cartagena trayendo a
bordo al Teniente de Corbeta Enrique Román Bazurto quien resultó herido en el
accidente.
Fuera del personal mencionado en
este boletín ningún otro Oficial o Tripulante del ARC “Caldas” sufrió accidente
alguno.
Pronto empezarían los
problemas. A su regreso de Mobile a
Colombia el ARC "Caldas", apenas abandonó el golfo de México encontró mar
gruesa, causada por los fuertes vientos alisios del nordeste, frecuentes en los
primeros meses del año, los cuales prolongaron en los días siguientes las malas
condiciones del mar con grandes olas, hasta el punto de tener que extremar las
precauciones de seguridad a bordo para asegurar la vida de sus tripulantes. En la noche del 27 de febrero de 1955
las olas tenían cada vez mayor tamaño y el buque empezó a recibirlas por babor,
por lo cual lo desviaban de su rumbo.
A las 10:30 horas del día siguiente el buque se hallaba a
30
millas de la costa de Cartagena. Su Comandante el Capitán de Fragata
Jesús Valenzuela, impertérrito, llevaba más de 10 horas en el puente de mando,
vigilando con sus ojos de lobo de mar, las actuaciones del timonel y la
guardia. El mar no amainaba y una
de las olas lo escoró violentamente a estribor, hasta alcanzar una inclinación
de 40°, que lo expuso peligrosamente a la vuelta de campana y se suspendió el
flujo de vapor a las máquinas principales, por lo que estas se detuvieron y el
buque quedó sin propulsión; además, la gigantesca masa de agua barrió la
cubierta principal, llevándose la estiba y el personal que en ese momento se
encontraba allí; desplazó de sus calzos una balsa salvavidas y arrancó el
carretel de popa que contenía la amarra de codera.
Cuando al fin el "Caldas" pudo
levantar presión en sus calderas, recibió orden de regresar a puerto y así lo
hizo con sus propias máquinas.
Varios buques y aviones continuaron la intensa búsqueda en la zona
durante tres días pero desafortunadamente las labores de reconocimiento no
tuvieron ningún resultado. Entonces
la Armada
emitió un lacónico comunicado en el cual el oficial, los suboficiales y
marineros caídos al mar, se dieron por perdidos. Se efectuaron honras fúnebres en
Cartagena en honor de los desaparecidos.
Las notas del Dies-irie inundaron las naves de la Catedral y al lado de los
catafalcos cubiertos por la bandera de Colombia, permanecieron como estatuas los
compañeros de armas que prestaban la guardia fúnebre con el manejo del fusil
"sobre las armas descansen", con la cabeza inclinada y sus miradas tristes
clavadas en las cantoneras de los fusiles.
Los oficiales presentes llevaban cinta de luto en el brazo izquierdo y en
la empuñadura de sus espadas y todos los marinos colombianos sintieron la
tragedia en sus almas. En las bases
y en los buques, los pabellones estuvieron izados a media asta durante tres
días. Fue la primera tragedia de la
joven Armada.
No obstante, la búsqueda en el mar
continuó por diez días más, vislumbrando alguna esperanza. De pronto ocurrió un milagro. Toda la prensa llenó sus primeras
páginas con la asombrosa noticia.
Sobre las arenas de la playa de Mulatos, cerca al Golfo de Urabá, el
viernes 11 de marzo, el campesino Nemesio Vargas encontró un hombre semidesnudo;
creyó que era un cadáver con la piel cuarteada por el sol que había sido
arrojado por las olas y corriente a las playas cercanas a su terruño. Apenas se inclinó para verlo mejor,
descubrió por los balbuceos que estaba vivo pero físicamente aniquilado. Como pudo lo transportó a su rancho, lo
atendió en la mejor forma, le puso alguna ropa y empezó a administrarle
alimentos livianos. La noticia se
regó como pólvora y luego los nativos supieron que se trataba de uno de los
náufragos del "Caldas", concretamente Luís Alejandro Velasco; este
En el momento del accidente Velasco
cayó al agua y, al retornar a la superficie, alcanzó a ver muy cerca la balsa
que la ola arrojó al mar; se aferró fuertemente a ella y pudo colocarse
dentro. Para mayor seguridad se
amarró con uno de los cabos que había allí. Vio algunos compañeros que trataban de
acercarse a él y otros que buscaban con mirada desesperada el auxilio de los
botes salvavidas que nunca pudieron arriarse por el mar embravecido; y Velasco,
por sí mismo, no podía luchar contra esa ironía del mar cuando se encuentra como
potro salvaje. Finalmente las
fieras aguas se tragaron al resto y hacia las dos de la tarde amainó un poco el
Caribe. Velasco fue conducido en
avión a Cartagena con el fin de internarlo en el Hospital Naval. Entre las personas que lo esperaban en
el aeropuerto se encontraba su padre Alfredo Velasco. Tenía los ojos húmedos y no pudo dominar
la emoción al abrazar a su hijo, salvado de las aguas por milagro. Días antes había recibido el único
mensaje que el marinero le dirigió desde Mulatos: "Querido Viejo, me encuentro
con vida".
Los recuerdos de su odisea por el
Mar Caribe fueron oscuros; su ruda lucha contra el oleaje, la angustia, la sed,
el hambre y la desesperación.
Experimentó toda la gama, desde el miedo, pasando por el terror, hasta el
pánico y recordó horrorizado la trágica desaparición de sus compañeros... Los periodistas y las cadenas de radio,
estaban ansiosos de arrancarle declaraciones. Pero nada. Pasó directamente al Hospital Naval y
allí no pudo entrar sino su padre.
Sin embargo, la prensa y la radio especularon y escribieron los más
fantásticos relatos y novelas. En
el fondo no se le podía quitar la fantasía a esta gran aventura. Por otra parte, hubo gente ruin que hizo
correr especies de motín a bordo; de tripulantes arrojados por la borda a orden
del Comandante; de disparos, de marineros y suboficiales que se dejaron ahogar
como animales. La verdad salió
airosa de la investigación y el prestigio de la Armada siguió a flote con la
misma solidez anterior.
No obstante el reportero de El
Espectador Gabriel García Márquez, quien en 1982 se hizo acreedor al Premio
Nóbel de Literatura, siguió insistiendo por medio de una serie de crónicas sobre
este episodio, denominadas en términos generales "El Relato de un Náufrago" que
causaron gran controversia y el Comando de la Armada se vio obligado a intervenir pues consideró
que en algunas partes se había deformado la verdad. Sin embargo, en la investigación interna
llevada a cabo por la
Armada, se aclararon todos los aspectos administrativos,
técnicos y de Comando. Estas
crónicas, a la larga, lo que sirvieron fue para despertar la conciencia marítima
de un país a espaldas del mar que con frecuencia es cruel para los buques y los
hombres; el autor, con envidiable estilo, trasladó diariamente a miles de
colombianos a vivir la increíble hazaña de un marinero bogotano, único
tripulante náufrago de un destructor perteneciente a la Armada Nacional,
casi desconocida en las ciudades y pueblos del interior. Lo que sí se notó al final, fue que la
modernización del "Caldas" afectó sus características marineras y lo dejó más
celoso.
*El Incidente del "Antioquia" y el Final de los
Destructores. El segundo incidente lo sufrió el "Antioquia". Este y el "Caldas" habían viajado en
septiembre de 1956
a la
Base Naval de Norfolk, Virginia, E.U. con el fin de participar
en el entrenamiento y maniobras conjuntas con buques de la USN basados en dicho
puerto. Durante el viaje de
Colombia a los E.U. el "Antioquia" sufrió varios problemas técnicos y por tal
motivo fue sometido a una pormenorizada inspección en la Base mencionada. A pesar de esto, participó en los
ejercicios que comenzaron en octubre con la situación anunciada que
la Fuerza de
Tarea Conjunta debió afrontar vientos muy fuertes causados por el coletazo del
huracán Flossie y por tal motivo el "Antioquia", debió regresar a
la Base, pero en
este viaje tuvo graves problemas de gobierno y la proa mostró tendencia a
sumergirse. Con mucha dificultad
arribó a Norfolk, después de soportar 24 horas de emergencia, y allí recibió al
poco tiempo el reporte de la inspección que no alcanzó a conocer antes de las
maniobras, el cual decía: "Estos buques (refiriéndose al "Caldas" y "Antioquia")
han sido estructurados transversalmente, y con la falla del casco y de las
cuadernas, se hallan en grave peligro de perder la popa en caso de encontrar
oleaje muy severo". Conocido por el
Alto Mando este informe y teniendo en cuenta el récord de fallas de los dos
nobles destructores que fueron la espina dorsal de la actual Armada, se
consideró que las reparaciones recomendadas resultaban a todas luces
antieconómicas, dada la edad de los buques (25 años) y el gobierno tomó la
decisión de retirarlos del servicio en los primeros meses de
1961. En el escrito
atrás mencionado el señor Vicealmirante Eduardo Wills, ya fallecido, asegura que
finalizadas las reparaciones del Destructor en Mobile, Alabama, la Unidad “pasó todas las
pruebas requeridas para verificación de los trabajos y las necesarias sobre
estabilidad, con resultados satisfactorios. Antes de zarpar se comprobó el cargue y
estiba de acuerdo con curvas de estabilidad determinadas para el
buque”. Confirma el señor Almirante en su
relato que el Comandante del Destructor Capitán de Fragata Jesús Valenzuela y el
segundo Comandante, Teniente de Navío Jaime Barrera Larrarte, al afrontar en el
Caribe el mal tiempo y la mar muy agitada, lo que se define como temporal,
estuvieron en todo momento “en alerta sobre el puente de mando y habían recabado
las precauciones de seguridad, todo lo cual fue registrado en el Libro de
Ordenes del Comandante. Se
colocaron ‘líneas de vida’ con sus chicotes corredizos para uso del tránsito por
cubierta. Nada se dejó a la
improvisación ni al azar”. Entre los suboficiales entrevistados
hace unos pocos meses por el capitán Martín, uno informa que en el momento de
recibir la gigantesca ola: “el buque estaba ya con la chimenea casi
horizontal...”; otro asegura que la escora “fue de 45 a 90 grados” y un tercero
dice que “estaba 90 grados acostado sobre el mar”. Como se ve, el temor y el paso
inexorable del tiempo hacen ver las situaciones inverosímiles o peores de lo que
en realidad fueron. Finaliza el señor Almirante Wills:
una vez en puerto, “se efectuaron las investigaciones del caso y no se halló
responsabilidad administrativa ni penal por parte del Comandante del Destructor
en relación con el accidente [...].
La nave salvada por el acierto de su Comandante y la pericia de la
tripulación, respondió estructuralmente gracias a su espléndida
construcción. En esta forma el
infortunado accidente tuvo el carácter de caso fortuito ingobernable, y la
salvación del tripulante, el de un hecho providencial”. Sin embargo, el capitán Martín en su
reciente recopilación de los hechos, asegura: “el capitán Chucho, Jesús
Valenzuela fue condenado por “homicidio culposo”. Como se puede observar, aflora la
contradicción. Se da por sentado que el señor
Almirante Wills, brillante oficial, marino y comandante sobresaliente, así como
gran conocedor de los viejos destructores “Caldas” y “Antioquia”, escribió en
la Historia
de las Fuerzas Militares con conocimiento de causa y apoyado en los documentos
que menciona y por tanto se puede considerar su escrito como un documento de
mucha validez histórica que refuta muchas de las versiones que se han tejido
sobre el caso.
Coincidencia o no, casi cuatro meses
después del accidente, el Comando de la Armada publicó con fecha 23 de junio de 1955 la
“Ordenanza de la
Armada” que “Tiene por objeto puntualizar las normas de
procedimiento y los deberes fundamentales de los miembros de la Armada, con el fin de que,
conociendo cada cual sus atribuciones y prerrogativas, el servicio se
desenvuelva armónicamente, sin desorientaciones que afecten la disciplina y
eficiencia de la Armada
Nacional”.
Lo anterior significa que no
quedarían más cabos sueltos en los procedimientos de la ARC como por ejemplo, en el
Capítulo III, numeral 0312 dice: “Recomendaciones concernientes a los diseños y
reparaciones. Sin la autorización
del Comandante de la
Armada no puede hacerse cambio alguno en el diseño,
modificación o reparación de buques, embarcaciones o en las instalaciones
terrestres cuando éstos se aparten o difieran en materia substancial, de una
decisión o fallo del Comando de la Armada.
El Asesor Técnico Naval que recomiende tal cambio debe
hacer caer en cuenta al Comandante de la Armada de lo siguiente: a.
La
decisión previa o fallo del Comando de la Armada en relación al asunto de la
referencia. b.
Las razones para recomendar un
cambio del fallo anterior o de la doctrina en vigor”. En el Capítulo VII, numerales 0736
“Preparativos para hacerse a la mar después de declarar un buque en servicio
activo y 0738 Pruebas y datos tácticos para buques recientemente armados”, se
dan instrucciones precisas para efectuar los ensayos de maquinaria, equipos y
material, antes de zarpar en un viaje largo.
Entonces, las preguntas que hoy
afloran son: ¿Sucedió el accidente porque no existían políticas claras antes de
la modernización y reparaciones de los destructores? ¿Antes de publicar la Ordenanza se habían
impartido instrucciones tan claras para hacerse a la mar después de declararse
el buque en servicio activo? ¿Los
comandantes del “Caldas” y el “Antioquia” tenían instrucciones claras para
efectuar todas las pruebas vitales y datos tácticos que se contemplan en
la
Ordenanza? ¿Eran
idóneos los Asesores Técnicos Navales colombianos y los ingenieros del astillero
para autorizar el zarpe al término de las reparaciones? Estas y otras son las dudas que hoy
continúan flotando después del accidente.
La
Versión de Gabriel García Márquez -Gabo- En lo que sí tiene razón Gabo es en
su máxima antes del texto: “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno
recuerda y cómo la recuerda para contarla”. Se supone que así como el escritor tuvo
en cuenta este aforismo en sus reportajes, todos los que escribimos sobre el
accidente debemos pensar también en ello.
Con el paso de los años los recuerdos son cada vez más borrosos, puesto
que la memoria es frágil y se van esfumando los detalles de situaciones y
sucesos, lo que impide que seamos completamente veraces por más que estrujemos
el cerebro. La interpretación del Premio Nóbel
sobre el desastre del “Caldas” y las frases que siguen entre comillas, se han
tomado del libro citado. Su versión
de los hechos generó muchos roces con el Comando de la Armada y según éste: “No se
tuvo inconveniente alguno en llegar al folletín de cronistas neófitos en la
materia, plagado de palabras y conceptos antitécnicos e ilógicos puestos en boca
del afortunado y meritorio marinero que valerosamente salvó su
vida”. Apenas la prensa publicó las frescas
noticias originadas en el primer Boletín de la Armada al respecto,
empezaron a revolotear los periodistas para enriquecer la “chiva” y se alborotó
el cotarro una vez la
Marina anunció la milagrosa aparición del náufrago Luís
Alejandro Velasco. El más astuto
entre todos los periodistas fue Gabo quien, con el apoyo de su jefe Guillermo
Cano de El Espectador, acapararía los días siguientes la atención de un público
ansioso por oír noticias causadas en un mar lejano del que poco habían oído
hablar los colombianos. Así, pues, Gabo usó todos los
recursos para el “que podía ser el reportaje del año si lográbamos tenerlo a
solas, así fuera por media hora” dijo refiriéndose a Velasco. En una entrevista furtiva que concedió
éste al reportero Lácides Orozco de El Espectador en Cartagena“, que no pudo
llegar a donde queríamos para saber cómo fue que un golpe de viento pudo causar
semejante desastre con 7 muertos”, preocupó mucho a Gabo quien se propuso a
aclarar el misterio. Sin poder tener contacto con
Velasco, el periodista aumentaba su desazón con las entrevistas por radio
autorizadas al náufrago “que le patrocinaban toda clase de perversiones
publicitarias”. Por ejemplo,
recibió US $500 y un reloj nuevo por decir que el que llevaba puesto cuando cayó
al mar soportó todos los rigores de la aventura y la fábrica de los tennis que
tenía puestos le obsequió US $1000 por afirmar que sus zapatos eran tan
resistentes que no se los pudo comer... Ante la insistencia de Guillermo
Cano, logró al fin una entrevista de Velasco con Gabo y éste dice al respecto:
“La empecé con un poco de mala fe tratando de que el náufrago cayera en
contradicciones para descubrir sus verdades encubiertas...”. Es decir, empleó las técnicas del
inquisidor Torquemada, para ver si lo condenaba. Como el escritor quería encontrar la
verdadera causa del desastre causado por una “tormenta”, Velasco le
contestó: “El problema es que no hubo tormenta... lo que hubo fue unas veinte
horas de vientos duros, propios de la región en aquella época del año...” y
añadió: “La tripulación había recibido el pago de varios sueldos atrasados antes
de zarpar y se lo gastaron en toda clase de aparatos domésticos para llevarlos a
casa... rebasaron los espacios interiores del barco y amarraron en cubierta las
cajas más grandes: neveras, lavadoras eléctricas, estufas. Una carga prohibida en un barco de
guerra, y en una cantidad que ocupó espacios vitales de la
cubierta”. Concluye Gabo: “De modo que la causa
mayor del accidente no fue una tormenta, como habían insistido las fuentes
oficiales desde el primer día, si no que Velasco declaró en su reportaje: la
sobrecarga de aparatos domésticos mal estibados en la cubierta de una nave de
guerra”. Hasta aquí, hago un paréntesis para
aclarar las conclusiones de García Márquez de acuerdo con lo dicho por el
marinero Velasco. En primer lugar,
una de las causas importantes del accidente fue la tormenta, aunque
la Armada
menciona en su comunicado inicial la palabra temporal, definida por el
Diccionario Marítimo. Editorial Juventud, Barcelona 1983, así: “Tormenta o
perturbación que ocasiona la violencia del viento en las aguas del mar”. No importa que Gabo diga: “unos vientos
apenas más fuertes que los anunciados convulsionaron el mar bajo un sol
espléndido, hicieron escorar la nave mucho más de lo previsto y rompieron las
amarras de la carga mal estibada”. En segundo lugar, el escritor no
estaba a bordo y el marinero Velasco no era me
Recordemos que el Almirante Wills
fue enfático en afirmar que antes de zarpar el “Caldas” se comprobaron todas las
normas sobre cargue, estiba y estabilidad.
No se puede negar la superioridad en el uso de la palabra escrita por
parte de nuestro premio Nóbel, pero es claro que éste no domina las condiciones
de estabilidad de una nave y además no fue testigo presencial del accidente para
emitir conceptos técnicos que le fueron transmitidos por el marinero Velasco,
quien tampoco era experto en materias navales. García Márquez no es historiador y lo
que escribió sobre el accidente fue una novela, o sea: “Obra literaria en prosa
en la que se narra una acción fingida en todo o en parte...”, según el
DRAE.
Testimonios.
Veamos lo que
dicen algunos testigos que vivieron la desventura, tales como los tripulantes
entrevistados por el capitán Martín en el año 2004, quienes en su mayoría
aseguran que la carga pesada se estibó en las bodegas y bajos fondos para
aumentar la estabilidad. Sin
embargo, el capitán de corbeta Fabio Rueda Gómez quien estaba a bordo,
manifiesta enfáticamente que en las reparaciones modificaron “por completo toda
la estructura del buque, la estabilidad, el centro de gravedad [...] el buque
durante su travesía no fue lastrado y ya cuando entrábamos a Cartagena,
estábamos prácticamente sin agua y sin combustible; por consiguiente el centro
de gravedad estaba muy alto y el metacentro se había bajado, entonces era lógico
que el buque con cualquier ola se tenía que voltear; esas fueron las causas del
accidente”. Siendo así, dónde
estará la verdad?
Continúa Gabo con su versión de que
algunas balsas no tenían la dotación de víveres, agua potable, remos y demás
provisiones, por lo cual el náufrago padeció grandes angustias. Al respecto dice el escritor: “Por los
relatos de Velasco, parece que la suya (su balsa) era una de las que no tenía
recursos”. Y sugiere que otras
balsas que la ola arrancó, no pudieron ser utilizadas por los demás
náufragos. Sobre este punto se
tejieron muchas versiones y quedaron flotando otras tantas
dudas. Casi cincuenta años después, el
capitán de corbeta Holmes Otero Reyes quien durante el accidente se desempeñaba
en el “Caldas”, recuerda: “A mí como oficial de comunicaciones me correspondió
recibir los víveres de mar y los tanques de agua para las balsas... y las
ajustamos en cada una [...] de acuerdo con las normas [...] Yo por eso nunca he creído que Velasco
haya vivido cogiendo pajaritos y comiendo pescaditos y otras vainas [...] ahí
abajo en la balsa había víveres que él podía sacar...”. Pero, por otra parte, el contramaestre
Santiago Macaisa Payares también a bordo del “Caldas” durante el episodio,
afirma: “esa balsa (la de Velasco) no traía nada porque yo era de cubierta y a
esa balsa no la tocamos”. Además,
la única balsa arrancada por la ola fue la de Velasco. Estas son algunas de las muchas
contradicciones que hoy afloran, cuando ya nada puede
hacerse.
Finalmente, Gabo termina hablando de
amenazas supuestas o verídicas, como la de “un hombre maduro y apuesto, con un
precioso abrigo de pelo de camello y con sombrero de melón” quien, acompañado de
“una mujer muy bella, tan bien vestida como él, y un amigo no menos impecable”,
lo siguieron una noche tres cuadras, lo alcanzaron y el hombre bien plantado “le
dijo que no podía estar de acuerdo con el reportaje del náufrago porque le hacía
el juego directo al comunismo”.
Personajes y situación parecen sacados de las novelas policíacas de
Sherlock Holmes, creadas por Conan Doyle.
Y continúa Gabo: “Fue el primero de una serie de incidentes que nos
pusieron a pensar en serio sobre los riesgos de la calle” y remata: “Desde el
relato del náufrago me habían aconsejado que permaneciera un tiempo fuera de
Colombia mientras se aliviaba la situación por las amenazas de muerte,
reales
Como todos los roces por los
escritos de Gabo sobre el náufrago sucedieron con miembros de la Armada, a tal punto que
la Oficina de
Información y Prensa durante el gobierno del General Rojas Pinilla censuró los
últimos relatos a petición de la
Marina, se supone que el Nóbel pensara que las intimidaciones
recibidas procedían de los marinos.
Afortunadamente en estos últimos cincuenta años, los integrantes de
la Armada han
demostrado, como siempre lo han hecho, que no tienen intenciones aviesas sino,
por el contrario, son rectos y nobles.
Por lo tanto el gran escritor puede estar tranquilo pues sus
perseguidores no pertenecían a la
ARC.
Quince años después de la famosa
serie de El Espectador, se publicó en España el libro titulado “Relato de un
Náufrago” que se vendió como pan caliente, por lo cual decidieron publicar
nuevas ediciones en alemán, inglés y otros idiomas. En su prólogo García Márquez expresó:
“Hay libros que no son de quien los escribe sino de quien los sufre, y este es
uno de ellos. Los derechos de
autor, en consecuencia, serán para quien los merece: el compatriota anónimo que
debió padecer diez días sin comer ni beber en una balsa para que este libro
fuera posible”.
Por lo tanto cedió los derechos de
autor al marinero Velasco. Este, no
obstante, después de 14 años, se dejó convencer de su abogado de que los
derechos de las ediciones en otros idiomas también le pertenecían por ley, “a
sabiendas de que no eran suyos, sino por una decisión mía (de Gabo) en homenaje
a su heroísmo, su talento de narrador y su amistad”. Por lo tanto, dio la orden a la
editorial en España de no seguir pagando los derechos a Velasco, hasta que la
justicia decidiera.
En 1993, finalmente el juez decidió
que el único autor de la obra era García Márquez y éste dio los derechos de
autor a una fundación docente.
Velasco murió reclamando sus derechos de autor, el 2 de agosto de
2000 a
causa de un agudo cáncer de pulmón y dice la prensa que fue enterrado como un
héroe (Semana. Edición 953 de 2000. P 44).
Su última voluntad fue que lanzaran sus cenizas al mar Caribe que hace
cincuenta años logró vencer con su increíble resistencia física. Dios lo tenga en su seno. EPILOGO
No queda otro consuelo que aceptar
la hipótesis del Maestro Germán Arciniégas sobre la realidad y la ficción,
cuando dijo: “Aunque parezca de otra manera, no es sencillo trazar deslinde
entre novela e historia. Saber
hasta dónde la verdad se encuentra en los libros de historia, y hasta dónde la
novela es pura invención, son cosas de difícil esclarecimiento”. Por lo dicho, sigue viva la
polémica!
PREÁMBULO
Primer Comunicado de la
Armada
Modernización
de los Destructores y Accidente del "Caldas"
Cuando el General Rojas Pinilla se encontraba en el poder y como
Comandante de la
Armada el Capitán de Fragata Jaime Erazo Annexy, alumno
fundador de la Escuela
Naval y primero de dicho curso en ocupar el máximo cargo de
la
Institución, resolvieron enviar a mediados de 1954 al Alabama
Dry Dock de Mobile en Estados Unidos, los destructores "Antioquia" y "Caldas",
para someterlos a reparaciones generales y modernización, con el fin de
mejorar el pobre poder naval existente hasta entonces, y contrarrestar en
mínima parte la carrera armamentista de Venezuela y el programa de adquisiciones
para su Armada; además de adquirir la munición para nuestros destructores en
E.U., en lugar de seguirla comprando en Inglaterra. La principal modificación consistió
entonces, en el cambio de los cañones ingleses de 4.7 pulgadas, por otros
de fabricación norteamericana con calibre de 5´38 pulgadas y mayor
peso, al igual que los castillos blindados de su emplazamiento, lo que a la
larga afectó el comportamiento marinero de los buques. No obstante, al finalizar reparaciones y
modernización, pasaron las pruebas técnicas requeridas sobre estabilidad y
resistencia.
Así, el buque quedó a la deriva como una cáscara en medio del mar. Los vigías y algunos tripulantes
alcanzaron a ver la cabeza de un hombre que apareció en la cresta de una ola,
muy lejos del buque; reportaron entonces "hombre al agua", pero a bordo todos
estaban impotentes en un buque sin gobierno. Minutos después se constató con angustia
que el mar había cobrado varias víctimas: el Teniente de Fragata Jaime Martínez
Diago, los Suboficiales Jefes, Fogonero Elías Sabogal Ruiz, Contramaestre Julio
César Amador Caraballo, Cabo Primero Armero Miguel Ortega Ávila y los marineros
Luís José Rengifo, Misael Eduardo Castillo Acosta, Ramón Nicolás Herrera y Luís
Alejandro Velasco. Tan pronto
empezó a oírse en tierra el S.O.S. lanzado por el "Caldas", zarpó de Cartagena
la fragata ARC "Almirante Brion" con la misión de prestar auxilio a los
náufragos. Aviones de
la Base de Coco
Solo, en Panamá y de la
FAC, se dirigieron inmediatamente a las coordenadas geográficas
transmitidas por el Destructor para colaborar en la búsqueda de los
tripulantes. Lo mismo hicieron
varios buques mercantes que navegaban en las cercanías, encontrándose entre
estos el "República de Colombia" al mando del Capitán de Fragata Froilán
Valenzuela, padre del Comandante del "Caldas" quien estaba afrontando el trágico
momento.
Milagro
retorno milagroso fue noticia grande como lo hubiera sido en cualquier
parte, por cuanto el marinero Velasco luchó durante diez días con el mar, asido
a la balsa que arrancó la ola.
Bebió a sorbos el agua salobre, comió tan sólo un poco de pez volador que
capturó cuando súbitamente cayó dentro de la balsa; tuvo que comerse unos
cuantos papeles que llevaba en los bolsillos del desgarrado uniforme de
trabajo. Debió luchar contra el
miedo y la desesperación de verse solo.
La fatiga lo vencía a cada momento y lo hacía desfallecer. Así continuaría desafiando los segundos
que le parecían horas, hasta que la corriente lo llevó a la costa y allí,
exhausto, lo recogió el campesino de Mulatos.
Percance del “Caldas” por el
Vicealmirante Eduardo Wills Olaya
Añade: “El ingeniero jefe, Capitán de Corbeta Eduardo Castañeda,
comunicó la existencia de sólo 40 toneladas de combustible, pese a que se
navegaba con turbinas de crucero para mayor economía [...] El “Caldas” continuaba sorteando ola
tras ola, hasta que una de ellas lo escoró a estribor y fue rematado por otra de
mayor intensidad, que lo inclinó a más de 40 grados por lo cual se llegó a temer
una fatal vuelta de campana...”.
Después de tantos años, en 2002, Gabo en su libro “Vivir para
Contarla”, atrás mencionado, revive el accidente del “Caldas” y su “Relato del
Náufrago”, cuyo protagonista fue el marinero Velasco a quien volvió famoso. En el primer libro nombrado narra los
avatares para producir la “chiva” del buque y consigna sus propias conclusiones,
enlodando de paso a la
Armada.
teorólogo para afirmar si hubo o no temporal. En tercer lugar, lo de las compras de
los tripulantes no era carga prohibida, o de contrabando como aseguraron García
Márquez y otros periodistas. Si mal
no recuerdo después de tanto tiempo, la ley 92 de 1948, reglamentada por
la Directiva
002 del Comando de la
Armada, autorizaba a los tripulantes de los buques de
la ARC las compras
de electrodomésticos en el exterior para uso en sus hogares, previo permiso del
Comandante de Fuerza y la declaración escrita de cada compra en formato oficial,
cuyo original se remitía a la Aduana.
El error consistió en estibar sobre cubierta varias
cajas de elementos
personales que no cupieron en las bodegas del destructor, pero esto no afectó la
estabilidad del buque.
o ficticias que nos llegaban por diversos
medios”.
Tuve así por esta inclinación afectuosa el privilegio de ingresar a la Armada, pudiéramos decir que en sus albores cuando los únicos Almirantes que para ese entonces teníamos eran los Almirantes José Prudencio Padilla y Felipe Luís Brión, héroes de nuestra independencia.
Fui testigo de su desarrollo hasta verla ahora pujante y plena de episodios que la han engrandecido a través de sus sucesivos Comandantes que han puesto sus capacidades e inteligencia para mantenerla en esa tradición marinera de ser Caballeros del Mar, en quienes la honestidad, gallardía y señorío siguen siendo la constante, como lo exalta nuestro himno marinero.
Cuando pisé por vez primera la planta del Hospital Naval Esguerra López construido sobre las murallas y ya desaparecido, no existía el Laboratorio Clínico. Yo acababa de recibirme como Bacteriólogo, egresado de la Universidad Nacional Facultad de Medicina en Santafé de Bogotá y tuve el honor de ser su fundador. Me correspondió desempacar todo el material de laboratorio clínico que los E.E.U.U. nos cedieron.
Mi tesis de grado El Factor Rh en las transfusiones sanguíneas, dedicada a la Armada, la escribí motivado por el reciente descubrimiento de ése factor que hizo posible la explicación de la eritroblastosis fetal y fue factor determinante en la realización compatible de las transfusiones sanguíneas, pudiendo llevar su beneficio a nuestro Hospital Naval, siendo el primer banco de sangre citratada en Cartagena, también llevamos este beneficio a la Casa del Niño por solicitud del inolvidable doctor Napoleón Franco Pareja y fundamos el banco de sangre del Hospital San Pablo, siendo su director el Dr. Miguel Berdugo, ya fallecido.
Sea ésta la oportunidad de recordar con mi eterna gratitud a mis jefes, compañeros, profesionales civiles y personal de Sanidad Naval de Cartagena, que durante mi permanencia en la Armada gestaron el desarrollo de nuestra Sanidad y pusieron los cimientos para que ella pudiera llegar a donde está, lamentando no poder nombrarlos porque sería prolijo enumerarlos, citando tan solo a mis jefes inmediatos, Capitanes Víctor Eusebio Rodríguez Acosta y Jacinto Rueda Gómez, Directores de Sanidad Naval en Cartagena, Antonio María Martínez Escobar, Ariel Díaz Echeverri u Enrique Torres Merlano, Directores del Hospital Naval, ya fallecidos., haciendo énfasis en que dejaron en mi el recuerdo imborrable de profesionalismo y esfuerzo de superación que aún subsiste entre quienes ahora lo conforman y dirigen.
Finalmente quiero dar las gracias por esta distinción al Señor Contralmirante Juan Pablo Rairán, Presidente Nacional Acore, al Consejo de la Medalla Rafael Reyes, al Sr. Capitán de Corbeta Fabio Rueda Gómez Presidente Seccional Acore Bolívar, al Sr. Vicepresidente Capitán de Navío Ramiro Tenorio Tuirán, a la Junta Directiva de nuestra Seccional y a todos ustedes que con su presencia engalanan esta celebración” CF Eduardo Herrera G.
Foto del Dr. Herrera y su esposa Alicia Sáenz de Herrera (q.e.p.d).
ZAFARRANCHO GRAFICO DESDE NEW ORLEANS
HIP..HIP..
![]() Enfermero Pinto:
Lastima que aquí no podamos decir:
Ueepajeeeeee!!! pero, igual gozamos el carnaval. Desde New Orleans
--Bourbon St.-- en el MARDI GRAS, un saludo para los contis
cyber-correderos.
Javier Betancourt Cyber-corredero
69-010
RUMBA DE
LOS AÑOS 60
En la casa de Jorge
Serpa CN 38-082, se dieron cita un grupo de amigos para reír, cantar,
comer, beber y trasnochar. El CF Ernesto Cajiao CN 35-007, con sus cuentos
y chistes alternó con el famoso cantante Paulus Gallinazo, autor de "Una
flor para mascar". Ellos fueron la delicia de una noche que
terminó la mañana del día siguiente.
El CF Ernesto Cajiao en
medio del CC RN- Ingeniero Javier Restrepo y el CR IM Ignacio Ochoa,
cuando imitaba a una hermana de la
caridad
Paulus Gallinazo
recitando un poema "Nadaísta", mientras su vecino el Valm
Guillermo Barrera, está en el baño.
El Mono Ochoa
"recuperado"
La TF-RN- Martha Patricia Pacheco, el
mono Carlos Prieto CN 34-034, su esposa Carmenza Vargas y Gladys
Ardila de Serpa
|
FELICITACIONES A "PALA" SUPER PESADA
Apreciados Cyber-correderos:
Tengo el placer de informarles que el pasado 2 de Febrero, el Sr. Alm. Jaime Eraso Annexi CN 01-010, cumplió 89 años, aniversario que fue celebrado en una reunión familiar en Miami. Es asombrosa la condición física del Sr. Almirante Eraso, pero lo que más llama la atención es cuando relata los episodios de su vida, con detalles y precisión cronológica asombrosa, algunos de ellos, soportados por alguna foto o documento. Entre otras cosas, es importante anotar que la pérdida de su valioso archivo personal ocurrió, cuando le tocó abandonarlos al salir de Cuba, al inicio de la revolución castrista.
El Sr. Alm Eraso tiene en el Pañol del Contramaestre el siguiente inventario: cinco hijos, ocho nietos y 4 bisnietos. Todos los cinco hijos han pasado ya la línea ecuatorial de la vida. Por este medio quiero felicitar al Sr. Almirante, con mis mejores deseos y augurios para el y su familia.
Jairo Quiñones Sánchez CN 38-080
Cyber-corresponsal en Miami
DEL SEÑOR COMANDANTE DE IM
Enfermero Pinto:
Un cordial saludo extensivos a todos los cyber-correderos. En nombre del personal de la infantería de marina les deseo un feliz año 2005, y a todos nuestros compañeros de armas les deseo bienestar y mucha prosperidad. De igual manera nos sentimos muy complacidos por la designación del alto mando naval al nombrar dos ilustres personas afectas a nuestra marina para que recopilen y escriban nuestra historia. Desde el comando de infantería de marina estaremos prestos a servirles.
Cordial saludo.
Calm Luís Fernando Yance Villamil CN 47 099
Comandante infantería de Marina.
DESEOS CUMPLIDOS
Bogotá, 10 de febrero de 2005
Apreciado enfermero Pinto:
Tengo el agrado de enviarle el correo electrónico del Señor Contralmirante Germán Castro Maldonado del curso NAR-29, quien desea pertenecer al grupo de cybercorredera.
CN Luís Francisco Chacón Peña CN 43-007
EX DIRECTOR DE LA CORREDERA EN 1997 DICE "HOLA"
Hola: Soy Teniente de Navío, contingente 100, fui director de la corredera en 1997 y me gustaría que me enviara la cibercorredera
Muchas gracias
TNESP Cabrera Martínez Norman Iván CN 100-030
Cyber-mascaron de Proa |
Cyber-corredera- E-mail: lacorredera38@nikimicolombia.com Suscripción gratuita. Derechos Reservados. Se
invita a divulgar la información aquí contenida, citando la
fuente. |
NIKIMI COLOMBIA HS LTDA
PATROCINADORES DE CYBER-CORREDERA
Tiene el agrado de comunicar a los Cyber-correderos que próximamente, através de su tienda virtual podrán adquirir lo último en tecnología de punta desde cualquier parte del país. Este servicio llegará a ustedes vía Internet.
Información: info@nikimicolombia.com