Por Cristina de Boada

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A través de nuestras vidas muchas circunstancias se presentan, algunas muy bellas, otras alegres y graciosas, al igual que tiempos difíciles, arduos y dolorosos. Momentos que uno considera que no debían existir, sin embargo todo es parte de un ir y venir, de un dar y recibir, del mismo existir del ser humano.

Aquellos tiempos dolorosos y vacíos son desiertos que obligatoriamente hay que cruzar en el camino de la vida , en los cuales siempre hay una razón sabia y enriquecedora que nos ayuda a madurar, a progresar, a ser mejores, si somos capaces de aprovecharla.

En mi vida he cruzado varios desiertos; unos un poco mas grandes, otros mas pequeños, la medida no la sabemos hasta que lo hayamos cruzado en su totalidad. Cuando escribí “UN ÁNGEL PARA QUE ME SALVE“, me refería a un desierto que había vivido, y cómo aquel ángel, me ayudó a encontrar el oasis de mi salvación.

Mirando aquellos desiertos, al igual que aquellos campos llenos de flores y de frutos que viví al lado de Eduardo, considero que todos formaron parte de un tiempo muy feliz. Yo me veo a mi misma recorriendo esos 30 años entre planicies de exuberante belleza, y pequeños desiertos, que en algún momento me parecieron difíciles  y que ahora considero que no lo fueron tanto porque a pesar de todo siempre estuvo Eduardo al lado para sostenerme y ayudarme.

¿Qué es un desierto?

Es una extensión de arena inmensamente grande donde la vista se pierde en el horizonte sin encontrar un límite, arenas amarillas y candentes que forman hondonadas y pequeñas colinas; el sol arde intensa e incandescentemente sin que haya una nube que dé sombra, ni una gota de agua para refrescar, y en la noche un frío penetrante cala entre los huesos.

El 4 de Enero, después de recorrer un hermoso bosque lleno de verdor, de árboles cuya sombra me cobijaba, donde habían jardines de variados colores, frutos de exquisitos sabores, donde la vida me hablaba de dulzura y equilibrio, el camino de mi vida, me llevó al final  de un pasadizo donde me encontré de frente con el desierto que todos tememos ver y vivir, que yo no había descartado en mi vida, que sabía que en cualquier momento podría llegar, y que esperaba encontrar unos años mas adelante.

Allí, frente a el, no podía detenerme para no cruzarlo, ni me podía devolver para evitarlo, no había otra solución..........tenía que atravesarlo. Mi alma descalza y desnuda  comenzó a caminar entre aquellas arenas que se hacían mas candentes a medida que avanzaba. He mirado hacia atrás llamando a Eduardo para que me acompañe como siempre lo hizo, pero ya no está, y nunca más a lo largo de mi vida lo volveré a encontrar.

Mis pies espirituales ya se queman y se ampollan............

A las cinco de la tarde, Eduardo decía: “Alguien va conmigo?“ yo siempre dejaba todo lo que estaba haciendo, y me iba con él de la mano a comprar el pan de los perritos, y a tomarnos un café entre charlas graciosas y animadas. Hoy llegan las cinco de la tarde y no se qué hacer, a veces lloro mucho, otras me voy a comprar el pan, pero aquel café quedó atrás en mis recuerdos.

El sol ya quema mis hombros.........

Viene a mi mente aquel abrazo que significó tanto para mi; esperaba ansiosamente que llegara del puerto para dormir entre sus brazos que me llenaban de paz y tranquilidad. Después  que Eduardo se fue, descubrí que en aquel abrazo tan lleno de cariño, de amor y de paz, no éramos solamente él y yo, entre mis manos, la Cruz de mi Jesús amorosamente nos acompañaba, allí había una presencia divina que nos bendecía, éramos, mi amado Jesús, mi amado Eduardo, y yo. Mi Esposo Divino ha permanecido y su presencia es aún más fuerte, y mi esposo humano se ha convertido en un esposo espiritual al lado del Divino. Extraño su presencia, extraño su voz, sus gestos, su genio, sus palabras, pero siempre me acompañarán su fuerza y su luz.

Camino a tropezones entre la arena...........

A lo largo de mi vida, he sido una canción, cantando a toda hora, la música nunca me faltó, era mi compañía en todos mis trabajos y actividades y aún en los otros desiertos que he vivido; cuando perdí mi oído la música se convirtió en una tortura, así que la única solución era aprender canciones, y cantar sola todo el día. Desde el día que Eduardo se fue, no pude volver a cantar, no me sale la voz, lo he intentado, pero el corazón todavía no canta, tengo esperanza que mas adelante cantará.

Una jornada mas entre al día ardiente y la noche helada.........

Muchas veces me colgaba de su cuello como una niña pequeñita mendigando consentimiento, él se derretía y yo conseguía toda su dulzura y ternura. Ya no está Eduardo para darme esos momentos tan gratos, pero me parece estarlos viviendo otra vez.

Avanzo entre el calor sofocante..........     

En este desierto cada día, cada jornada,  me trae más y mas recuerdos del tiempo que vivimos juntos, y del momento de la despedida; los veo en colores, y me parecen presentes del pasado. Muchas veces lloro por la ausencia, y otras lloro de agradecimiento y alegría por haberlos tenido y vivido, por todo lo que a diario Dios me está regalando, es como si en un momento, mi Padre del cielo se hubiera detenido  para mirarme, para contemplarme, para amarme.

Mientras mi amado, vivió a mi lado siempre esperé su regreso con amor, durante todas las separaciones que tuvimos que vivir, ahora pienso, que si lo esperé en la vida, porque no he de esperarlo en la muerte?........solo le pido a Dios que me de fuerzas para seguir mi caminar, para darle a mis hijos lo mejor de mi, pues ellos son el legado que los dos aportamos a la vida.

Por más, que me sienta sola muchas veces,  se que no lo estoy, tengo mis hijos, mis familiares y amigos.  Y en el desierto del espíritu, mis esposos me acompañan, aunque yo no los vea con los ojos corporales, ellos me levantan cuando me caigo y me animan a seguir.

Busco mi oasis con ansias, pues se que siempre habrá uno para mi, no me detendré en este lugar tan reseco y vacío; mi cuerpo espiritual se irá quemando , y finalmente arderá como una tea, y se arrugará por las quemaduras,.............me recuperaré?........encontraré mi oasis?.......Si,... allí  a corta distancia estará, en el corazón amante de Mi Señor , llegaré, y ahí,  El calmará mi sed  con el agua de la vida que brota del manantial de Su Corazón, pondrá ungüento en mis heridas y amorosamente las cuidará para que sanen, y tendrá para mi un lecho de hojas frescas donde descansaré profundamente, rodeada de sus cuidados.

Las cicatrices quedarán allí plasmadas y harán que el recuerdo de mi amado permanezca en todo momento hasta el día en que yo también me detendré en el camino de la vida para encontrarlo otra vez y estar juntos nuevamente en la eternidad.

La muerte es una puerta que separa el alma del cuerpo, porque aun no somos completos, pero un día volverán a unirse para ser gloriosos y perfectos. La muerte, a pesar de la ausencia y el dolor, jamás tiene que ser negra y oscura, debe ser siempre blanca y clara, porque en ella está la esperanza de la vida ETERNA.

Dios los bendiga.

Mucha gente se pregunta: ¿qué puedo hacer yo por la ecología? Cuando llega el verano los humanos se sienten atraídos por el mar. Las multitudes se congregan en las playas en busca de un contacto con las olas marinas que nos produzcan placer y descanso. Pero el paso humano deja su huella fatal en las playas de arena. Millones de bolsas de nylon y plásticos de todo tipo son abandonados.
Una bolsa de nylon puede navegar varias decenas de años sin degradarse. Las tortugas marinas las confunden con medusas y las comen ahogándose en el intento por tragarlas.  Miles de delfines caen también en la confusión y mueren ahogados por la envoltura de un emparedado.  Ellos no pueden reconocer los desperdicios humanos, simplemente se confunden, después de todo, "lo que flota en el mar se come".
La tapa plástica de una botella, más dura que una bolsa, puede permanecer inalterable navegando por los mares por más de un siglo.  El Dr. James Ludwing que se encontraba estudiando al albatros en la Isla de Midway, en el Pacífico, muy lejos de los centros poblados, hizo un hallazgo espantoso. Cuando comenzó a recoger el contenido del buche de sólo ocho pichones de albatros muertos encontró: 42 tapas plásticas de botellas, 18 encendedores restos flotantes que en su mayoría eran pequeños pedacitos de plástico.  Estos pichones habían sido alimentados por sus padres que no pudieron reconocer los desperdicios al momento de elegir su alimento.
El próximo verano, cuando visites tu playa preferida, tal vez encuentres en la arena basura que otra persona arrojó. No es tu basura, pero es TU PLAYA y debes hacer algo por ella. Muchos padres juegan con sus hijos el juego de "A ver... ¿quién consigue juntar la mayor cantidad de plásticos?" en medio de una inolvidable lección de ecología. Otros, en silencio, toman un plástico abandonado y lo llevan con ellos a sus casas, lejos del mar. Los verás pasar sonrientes, saben que han salvado a un delfín.

"No se puede defender lo que no se ama y no se puede amar lo que no se conoce"
Escrito enviado por   Fernando Román Campos