Segundo Comandante tronó por los altoparlantes y rompió el silencio de la BN1: ¡Que estas esperando sindicalista! ¡Al frente!
Pe, pero mi capitán, yo…
¡Silencio! ¡A tres pasos! ¡Póngase firmes! ¡Siente bien las manos! ¡Quítese la gorra!
¡Oído a la caja! Este que está aquí, este es un gran hi…(cuac cuac), este sindicalista tiró la palangana con todo y menaje por la borda, esa palangana y ese menaje que han sido comprados con los impuestos que pagan los padres de cada uno de ustedes, fruto del trabajo que hacen cada día. ¡Permiso mi capitán!
¡Cállese terrorista!
Pues bien, este ma…(cuac cuac) no tuvo ningún problema en tirar la palangana por la borda. Yo no sé qué educación le enseñaron en la casa, me imagino que su mamá es una (cuac cuac) que se la pasaba en la calle y a este hi…(cuac cuac) lo educó la del servicio.
¡Pero mi capitán!
¡Nada miserable! ¡No me diga nada, no hay excusa para lo que hizo! ¡Permiso para hablar mi capitán!
¡Que se calle malandro o en vez de arresto severo lo hago echar de la Armada!
Tome nota Maestro de Armas, a este degenerado lo sanciono con cinco días de Arresto Severo, el Jefe de Departamento deberá hacer la anotación correspondiente en la Libreta de Servicios, debe quedar
SSen el Libro de Franquicia, verificar que pase por la peluquería, que lo revise el enfermero y que sea recluido en el calabozo. Jefes de Departamento, pueden continuar.
El silencio era absoluto, uno a uno, todos los “espectadores” se fueron retirando a sus respectivas unidades y cuando iban caminando por el muelle iniciaron los comentarios que se prolongaron durante todo el día.
Una vez terminada la formación, el Marinero Fernández Juan ya no protestaba, custodiado por su Jefe de División y dos Suboficiales más antiguos, caminó lentamente hacia el rancho, se quitó el uniforme
“de pato” y quedó en pantaloneta y tenis. Cabizbajo entró en la peluquería y tampoco pronunció palabra mientras la cuchilla lo iba “rambando” poco a poco, después el enfermero le preguntó varias cosas pero él no escuchaba nada, de repente, una escotilla con un chirrido de goznes metálicos le hizo erizar la piel, sin saber como, habían descendido a las profundidades del buque y un olor penetrante a humedad y orines lo trajo de nuevo a la realidad, cuando trató de decir algo, la escotilla se cerró de un golpe y la oscuridad lo invadió todo…
Eran las 14:00R, el capitán Díaz revisaba unas carpetas en su camarote, de repente, unos pasos retumbaron allá afuera en el pasillo… un sudoroso Teniente Castro se ubicó frente a la puerta del camarote: ¡Permiso sigo mi capitán!
¡Siga!
Mi capitán, ¡La cagamos!
¿Cómo así? ¿Quiénes, tú y el niño?
No mi capitán, usted y yo… el Marinero que arrojó la palangana por la borda no fue Fernández Juan…
¿Qué? ¿Entonces quien fue?
Fue el Marinero Hernández Juan mi capitán…
¡No puede ser! Como pudo ocurrir semejante cosa, esa fue una cagada monumental… Malhereux mi capitán…
¿Male que?
Malhereux mi capitán, es francés…
¡No me joda Castro, hable en español!
Lamentable mi capitán, muy lamentable…
Pero bueno, si la cagamos en público, en público la descagamos…
Buena idea mi capitán, ¿Pero cómo?
Mañana a las 08:00R lléveme a esos dos Marineros a relación y vamos a arreglar esta embarrada de una vez.
¡Como ordene mi capitán, permiso me retiro!
Como era de esperarse, la noticia corrió como pólvora por toda la base, al día siguiente todas las unidades cercanas al Siete estaban “hasta las banderas” y muchos más que no pudieron ubicarse cerca se agolpaban en el muelle y era tal el gentío que más de uno temió el colapso de la estructura. Marinero Fernández Juan, ¡Al frente!
Aunque solamente había pasado 24 horas en el calabozo, el que se paró frente al Segundo Comandante era un ente fantasmal, rambado, ojeroso, sucio, descalzo, con la mirada clavada en la cubierta, mudo…
¡Oído a la caja! Este joven que está aquí no es un hi…(cuac cuac) Noooooo, este Marinero es un respetable miembro de la Armada Nacional como lo somos todos nosotros. Este Marinero no es un ma…(cuac cuac) Nooooooo, este Marinero merece toda nuestra admiración y respeto y su señora madre no es una callejera, Noooooooo, su mamá es una santa como lo son nuestras madrecitas, una mujer abnegada que le ha dado a este joven la mejor educación posible y que le ha permitido ser un destacado miembro de nuestra unidad de guerra. El señor Jefe de Departamento y el Maestro de Armas procederán a anular todas las anotaciones hechas en la Libreta de Servicios del Marinero Fernández Juan y por parte del Segundo Comando se le autorizan cinco días de permiso.
Ahora, el que sí es un hi…(cuac cuac) es el Marinero Hernández Juan… ¡Al frente gran hi…(cuac cuac)!
¡Mírenlo bien! Este fue el sindicalista que tiró la palangana con todo y menaje por la borda, esa palangana y ese menaje que han sido comprados con los impuestos que pagan los padres de cada uno de ustedes, fruto del trabajo que hacen cada día. Yo no sé qué educación le enseñaron en la casa, me imagino que su mamá es una (cuac cuac) que se la pasaba en la calle...
Lo demás, lo demás ya es historia.
Nota: A diferencia del nombre de mi Capitán Luis Fernando Díaz Correa, los demás nombres son ficticios.
