COMBATE  EPISTOLAR

ANTECEDENTE

CARTA DEL CN 38-082  AL CN 42-076


Apreciado Ingeniero Alvaro Leal: 

Me apuntaste al cuarto de máquinas y yo te contesto a la "santabárbara".  Te envío unos capítulos del  libro, que en 1999 publicó Editorial Planeta, titulado "Rojas Pinilla, una historia del siglo XX", en donde trato el tema de tu admirado Laureano.  Dame tu dirección para obsequiártelo y desde ahora me le mido a la controversia histórica.

Creo que en la vida nos cruzamos varias veces y no nos hemos encontrado. Primero fue en la Escuela Naval y luego en la Casa de Moneda -Banco de la República-  de la cual fui subdirector entre 1970 y 1973, cuando estaba en Bogotá en la Calle 11 con Cra 5, y su director era el ilustre doctor Antonio María Barriga Villalba, cuando el proceso para hacer las monedas se realizaba totalmente en Colombia. Después se importaron los cospeles de acero enchapados en cobre y níquel, para evitar la utilización "ingeniosa" de las monedas como materia prima para hacer cubiertos y otros elementos de níquel, sin hacer los trámites de importación del metal, tan solo cambiando un cheque por monedas de 10, 20 y 50 centavos en el mismo Banco de la República. Es decir, la Casa de Moneda acuñaba las monedas y los fabricantes de cubiertos las fundían. Además, el negocio era redondo, pues el solo costo del níquel para producir una moneda de 10 centavos era, si no me asalta el pariente alemán de aprox 80 centavos.  Luego cuando yo me había retirado del Banco de la República, creo que en el gobierno de López Michelsen, trasladaron la Casa de Moneda para Ibagué y dejaron en Bogotá el Museo de Numismática.  Ahora, mi apreciado Alvaro,  nos une el río de la historia, aunque estemos en las orillas opuestas. 

Recibe un abrazo y mándame la dirección.

Jorge Serpa Erazo CN 38-082


RESPUESTA DEL CN 42-076 AL CN  38-082

Apreciado Jorge: 

Lo que tú llamas cuarto de máquinas no era más que la carnada del anzuelo. 

“Someto mi vida al examen más severo y escrupuloso, porque sin ser la de un santo, nada hay en ella que pueda avergonzar mi frente, ni pueda resistir el parangón con la de cualquiera que se atreva a analizarla.”

Laureano Gómez  Cito al líder y hago mías sus palabras.No vayas a dejar que el río de la historia, visto desde orillas opuestas, nos vaya a separar, en lo fundamental, ni menoscabe el afecto y el respeto por las ideas, principalmente, para sacarle a la historia lo bueno, y no lo malo, o lo feo. Espero que me concedas un “Pañol de la Historia” con el mismo despliegue, para mantener flotando la equidad.

Eso podría darle grandeza a nuestro foro que, no te quepa duda, es cosa más importante de lo que hubiera imaginado unos días atrás, y nos puede, y debe, enaltecer a todos y nos, ojalá también, lleve a protagonizar alguna cosa que sustraiga del sopor, del onanismo, de espectar sin protagonizar, de ser peones del tablero, peor aun, marionetas movidas por hilos conducidos por manos torpes y cerebros que restringen su competencia a la satisfacción de instintos, codificados en los siete pecados capitales. 

Puedes ir poco a poco. Yo estoy un tris de afán. Cerrado un ciclo, es necesario organizar otros menesteres, además, para evadir equívocos, la voy a meter toda, bueno casi toda, de un sólo golpe, por eso he demorado la respuesta. Han salido más de tres centenares de páginas, en total, desde que empecé, el mes anterior. Ojalá que nuestra comunidad participe constructivamente en pos de un ideal, la Patria, que soñamos, alguna vez, ver grande respetada y libre. 

Vamos por partes. Hay para todo y para todos. 

Lo que más me interesa de los protagonistas de la historia, a estas horas de la vida, es la parte constructiva que resulta de las ideologías, o concepciones filosóficas, políticas, económicas y sociales, sintetizadas con visión de futuro. A los fusiles que desgranan balas, me gustaría ponerles flores en los cañones. Con las palabras que destilen veneno, la otra mejilla. 

De las minas cortapatas no quiero ni hablar. Los hechos de sangre, en gran parte se deben a la codicia y a la impunidad de pescadores en río revuelto. ¡Creo yo! 

Jamás he supuesto que Gómez, López, Santos, Ospina o Urdaneta, hayan sido acusados de ordenar disparar contra determinada persona o grupo de personas. Si así fuere, y estuviere comprobado, no debiesen estar en los libros de historia patria como lo que son: expresidentes de la República, en el caso de Gómez, como tribuno egregio y gran fiscal de la nación, como lo fue, así lo dicen otros más sabios que tú y yo, incluso patricios liberales, excelentísimos.  Lo mismo de Álvaro. Pero muchos pescaron, obedeciendo instintos subalternos o revanchistas, en río revuelto. Afortunadamente todos están muertos, por lo que es mejor dejar las cosas ahí. 

No obstante, hay hechos históricos de mayor trascendencia, esos sí que tocan a los protagonistas mencionados y a otros, que sencillamente son históricos, están consignados en documentos y publicaciones, teniendo que ver con las ideas, los hombres de estado y la alta política, que, tamizados, pueda servir para argamasar el futuro, más que para hurgarle heridas al pasado. 

Sería imposible referirme a todo lo que se ha dicho de Laureano Gómez. Yo me remito, no a lo que dicen de él, se corre el riesgo de caer en chismes o consejas, me limito a repetir lo que Laureano dijo de los demás, aunque haya sido de forma categórica y tan cortante que a algunos les debió resultar muy ofensiva, justo, para odiarlo. Habría que ver si era verdad o mentira.

De mi propia cosecha he hecho una recopilación, pero es cruel porque Laureano era cruel con las imperfecciones de los hombres públicos, en los foros de la inteligencia que ofrece la pura democracia: el Congreso, la tribuna pública, la pluma, donde casi siempre resultaba ganador, porque como podrás darte cuenta, era un hombre de capacidad superior, al punto que tu pluma y la mía hacen variaciones dentro del mismo tema, aunque sea de orillas opuestas, pero con el mismo epicentro, así sea para amarlo o para odiarlo. Yo ni lo amo ni lo odio, sólo lo cito. Aunque entre líneas podrás extraer mis juicios que no son de odio, o amor, sino de historia.

Su fama es legendaria y como en muchos grandes hombres ha sido empequeñecida por quienes sufrieron su elocuencia abrumadora. Eso no deja de tener lógica. 

“El problema en Colombia es un problema de extirpar ladrones”, decía Gómez en su temprana juventud. 
Los que lo odiaron fueron aquellos que sufrieron su verbo implacable. Ha sido más vituperado que rectificado, lo que es mucho decir, terminando por ignorársele, lo que será, dentro del túnel de la historia, como tapar el sol con las manos cuando el país comprenda el legado de los Gómez. 
Una vez ello, dejo zanjada la polémica en aras de darle continuidad a una historia que es la que me interesa, la que se pueda escribir a partir de ahora, sustraída del fermento de los grandes pensadores que pudieron resultar víctimas de pasiones desbordadas, que bien pudieron no ser las de ellos, hasta que alguien me pruebe lo contrario, y resulte menester sacarlos de los libros y del recuerdo, o trasponerlos al patio de atrás, o ajustarlos a su verdadera dimensión.
Lo que me cautiva de Laureano es qué dijo, cómo lo dijo y cuándo lo dijo. Todo, o casi todo, lo demás, son “dimes y diretes”. Por supuesto, para mí. Cada cual tiene sus propias percepciones que no interesa dirimir en conflictos bizantinos, que distraen y quitan tiempo, pero que airean la democracia y permite fijar posiciones para mirar al futuro, por lo que no me niego a abordarlos en aras a obtener la suficiente ilustración. Sin que quiera decir que yo la tenga. Soy más joven que la mayoría de los hechos. Post 9 de abril. Los que sí vi, los guardo en mi memoria. Guerrilla en el Tolima, en el Llano, dictadura, Frente Nacional, pos Frente Nacional. El tiempo perdido... frente a Oriente, frente a la historia, frente al mundo entero. ¿Sabes que hay muchos países en Africa con mejores ingresos per cápita que Colombia?
Para ilustrar sobre Laureano tengo, a mano, dos recursos. Una primera biografía, dijéramos, blanca, que es con la que arranco. Es el libreto de un programa que hice para televisión, cuatro años atrás. Te puedo invitar a verlo, además. Buen material visual. Lo tengo en DVD. Tuvo 4.9 de rating, que no fue nada malo, fue anunciado como recomendado en las páginas de “El Tiempo”, “El Espectador” y “El Nuevo Siglo”. Estuvo en el aire, en dos episodios, 8 PM, Cadena 1, el martes 22 de agosto de 2000, a cincuenta años de su posesión como Presidente, constitucional, de la República de Colombia. Claro, el rating se lo llevó el estreno de la novela “Pobre Pablo”. ¡Pobre Colombia! No obstante quedé muy conforme.
Si quieres saber más, tengo otra biografía más extensa, más literaria, más cruda, imperfecta todavía, donde Laureano se refiere a Olaya Herrera, López Pumarejo, Eduardo Santos, Carlos Lleras y Mariano Ospina de forma tan áspera, directa y descarnada, sin estar todo lo documentado que se pudiera, pero que pudiera ser proclive a avivar heridas sin restañar, aún. Aunque todas son citas publicadas en libros editados por el Congreso de la República. Piezas elocuentes y originales, pero crueles. Porque la vida es cruel, mi querido amigo, cuando se descubren las debilidades de los hombres con perspicacia y elocuencia. Pero ahí te va. Historia es historia.
De cualquier forma el general Rojas es importante porque tumbó a Laureano, pero Laureano es Laureano. Contra él no solo se estrelló, finalmente, Rojas, sino todos los mencionados y varios más, que no salieron engrandecidos tras ser tamizados por un juicio implacable. Por supuesto no iban a reaccionar con flores. En esa época no había hipies. Encontrarán repeticiones, en ciertos énfasis y citas, pero se escribieron para diferentes propósitos, lo que hace inevitable que lo fundamental se repita. Mi lema: “mejor que “so sobre” y no que “fa falte”.
Pero mi tema no es Laureano, aunque sirva de inspiración y se entierren algunas raíces allí. Mi tema es El Futuro.  Al respecto y como podrás ver, me voy a colocar en una situación que no es la más fácil. Lo fácil sería estar plegado al establecimiento. No lo digo por Laureano, lo digo por lo que sigue. Laureano se defiende solo, basta leerlo con detenimiento, yo, apenas, lo bosquejo. El que quiera más consulte la bibliografía. Está adjunta.
Luego, podrás enterarte del resto de una historia que, con referencia a la Casa de Moneda, comienza donde, aparentemente, tú la dejaste y que es una parte substancial de este documento.
El resto mi querido amigo es carpintería. Espero que no te dejes abrumar por el tiempo que debas gastar en leer. Lo vas a disfrutar, si realmente te interesa, no Laureano, ni Rojas, la Patria que te llama para que le hagas eco a unas ideas que trascienden el fondo de esta historia que debe servir para salir de la miseria y no para culpar a los demás. Sobre todo, a los muertos.
Imagínete lo que yo me tardé en escribir, gratis, aunque no descartaría la idea de encontrar un editor, no para que me resulte rentable, sino para abrirle al país una sana discusión, pero sobre el futuro. El pasado dejémolo quietico. Así parece estar bien.
Sobre todo por que hay hechos, que a ciencia cierta, ni tu ni yo podemos, ya, certificar, y sobre los cuales obviamente no voy a polemizar. Que fulano dijo, vio, comentó, se acercó, husmeó...mmm. Prefiero lo que dijo, directamente, en su momento, el personaje principal. El hambre que tengo no es por develar el pasado, para reivindicar a Laureano, ni mucho menos, creo que a él le importaría un pito que yo lo intente, ni adjudicar culpas, sino descubrirle un camino al futuro parado sobre ideas claras, desechando lo sombrío y lo siniestro de un pasado luctuoso, que en el presente no deja de sangrar, por otras causas y otros protagonistas. Acaso sea lo de siempre: el amancebamiento maligno, entre la codicia y la impunidad.
Álvaro Enrique Leal CN 42-076

RESPUESTA

Ingeniero Alvaro Leal CN 42-076
Bogotá 
Apreciado Alvaro:
Recibí tu e-mail de respuesta y agradezco tan amable atención. 
En este mensaje de contestación me quiero marginar de la formalidad, de la extensión y del encumbramiento con el cual tratas de iluminar y dar resplandor a la figura de Laureano Gómez y de su delfín Alvaro, para que este modesto integrante del “glorioso 38”, desde la orilla opuesta de la historia, pueda observarlos con el idealismo y la dimensión de tu telescopio lauro-alvarista.  
Al matizar con algo de humor esta placentera respuesta, solo puedo expresar con incredulidad y asombro que Ciro Alvarez y Chepe Calderón dejaron inconclusa su tarea, el primero como Guardiamarina y el segundo como Alférez, al no haber corregido, enderezado, reformado, reprendido y escarmentado a un recluta tan GODO.
Muy agradable fue tu visita a mi modesto hogar, la cual se inició con una espera de casi dos horas. Solo tu paciencia y atención eximieron al suscrito de pagarte indemnización y lucro cesante, por cuanto,  tu tiempo es valioso e inestimable. Lamentablemente una cita al cardiólogo motivo tal desafuero. Admirable tu versión Nº 13, del CD ROM multimedia que contiene la vida y obra de Álvaro Gómez (con más de 18 libros, textos, conferencias y discursos), los cuales, para mi asombro, recitas de memoria y, sin duda, serán el mejor testimonio de la vida y obra de tu idolatrado e inmolado líder.  
Durante tu amena visita, la que gratamente se prolongó hasta la madrugada, hubo de todo. Resonó el eco del tiempo pasado. Cuantas luchas, cuantos recuerdos, cuantos compañeros, cuantas experiencias, cuantas frustraciones, cuantos sueños... En el incesante fluir de la vida lo efímero se parece a lo eterno. También desenfundaste varias veces la espada para defender a tus idolatrados Gómez. Eso pasa,  la ira de los contrarios es también una especie de afinidad electiva, pues el contrapunto es el secreto mágico de la música.
También te voliaste conmigo, como aquella tarde de noviembre de 1968, cuando, cometiste “la mayor afrenta de tu vida”, al haberte voleado al hoy Vicealmirante Humberto Cubillos. Te voliaste conmigo, cuando te expuse mis razones por no acompañarte en tu importante e idealista proyecto de convertir a Colombia en una segunda Corea del Sur. Me expusiste razones y argumentos de alta y sofisticada economía; y… yo, huyendo de mis precarios conocimientos de economista, en uso de buen retiro, objeté tu magna idea, porque los ojos de los rumberos colombianos no tienen el rasgo oriental de aquellas penetrantes, inteligibles y perspicaces miradas. Te voliaste cuando me recalcaste más de cien veces las estrofas de la “Oración del marino” que, noche tras noche, recitábamos, antes de marchar al rancho para dormir o cumplir la acostumbrada “hora de trote”. Te voliaste cuando al recitarme más de cien veces las fórmulas “alvaristas” del desarrollo económico, yo te respondía que más me interesaba y gustaba jugar golf. Te voliaste cuando me reiteraste más de cien veces que tu sabías más de Rojas Pinilla, que este aprendiz de historiador, que tuvo el atrevimiento de escribir un libro sobre lo que no sabía. Pero lo que más justifica tus cientos de voliadas es que te bebiste una botella de whisky y eso disculpa, excusa y justifica todo. 
Varias veces leí tu hermoso escrito sobre el contingente 42 y envidié tu pluma. En mi casa admiré tu resistencia para hablar y…beber. Realmente eres una persona fuera de lo común. Me inclino reverente ante el escritor y me sublevo irreverente ante tu respetable, pero para mi, caduca pasión lauro-alvarista. Soy apenas el delegatario de mi propia conciencia y quiero alejarme de cualquier proeza dialéctica que genera religión, partidos políticos y caudillos; pero soy un fiel obstinado en defender la disímil corriente sentimental donde tormentosamente chocan la verdad, el amor, el honor y la muerte. 
Interesante la monografía de la Casa de Moneda con las anécdotas y la referencia a doña Helena Lleras Restrepo viuda del ingeniero Leopoldo Guerra Portocarrero, quien fue muy querida conmigo; tan especial que, como jefe del restaurante de la entidad, contribuyó con varios kilos de sobrepeso, los cuales aún conservo en mi cuerpo y son el  testimonio de sus opíparas viandas, las que deformaron, mi entonces, delgada figura que se esculpió con las vueltas al “último poste”, al polígono y a la guardia externa. 
Me mostraste los mensajes que le enviaste al Presidente Uribe, a la Junta Directiva del Banco de la República y al ex ministro Rudolf Hommes. Eres un escritor y estás librando una guerra, con el espíritu, para convertirte en el troquel, que acuña, cientos de mensajes, con el ideal de un cadete naval que gime sin redención. 
Así pues, mi apreciado ingeniero y conti Alvaro Leal del idénticamente “Glorioso Contingente 42”, debo confesarte que, cualquier culpa cometida en este escrito, dimana de la virtud de la franqueza; por eso, la palpitación, la euforia, el desenfreno o brío de cualquiera de mis palabras se mitigan ante la generosidad de tu infinita benevolencia.  
Cordialmente,
Jorge Serpa Erazo CN 38-082
 Economista MS MBA